Se presume que Bélgica será una de las revelaciones del torneo. Y ponerle esa etiqueta a los diablos rojos no les hace ningún favor. Las selecciones que se miden a los belgas la han estudiado muy bien, y saben qué hacer para evitar que sus mejores jugadores cojan el timón de los partidos. Ya pasó con Argelia, y ha vuelto a pasar con Rusia.
Los de Capello habían trabajado perfectamente cómo taponar las embestidas belgas. No les dejaban pensar, y aunque tenían el balón, no provocaban demasiado peligro. Mientras, los rusos buscaban alguna contra, el camino rápido al gol. Sólo aparecía por parte belga el que fuera gran catalizador en el primer partido, el extremo del Nápoles Mertens. Todas las ocasiones de peligro pasaban por sus botas, entrando por la derecha. No había mucho peligro, pero cada vez que él arrancaba, los corazones belgas se paraban mirando la portería.
No conseguía el gol Bélgica, pero también en parte porque ni Hazard ni Lukaku aparecían. Sobre todo este último, que apenas tocó un par de balones en todo el partido, y que cuando se fue sustituido en la segunda parte, se enfadó con su seleccionador por el cambio.
Sin goles al descanso, en la segunda parte salieron más enchufados los rusos, que dispusieron de las más claras. Parecía, incluso, que se podrían llevar el partido. Pero al igual que en el debut, Marc Wilmots, seleccionador belga, acertó con los cambios, quitando a Lukaku y a Mertens, e introduciendo a Origi y Mirallas. El primero apareció mucho más de lo que lo había hecho Lukaku; mientras el segundo tuvo dos clarísimas. Primero con una falta rasa que estrelló en la madera de un nervioso Akinfeev. Después, con el resultado de 1-0, cuando pudo sentenciar rozando el 90.
Pero entre ambas llegó el gol. Ya lo estaba rozando Bélgica. Y era lógico, Hazard ya despertó. Y gracias a él llegó el gol, con una internada por banda izquierda tras arrancar una izquierda y cedérsela a Origi en el punto de penalti para que éste marque.
Gol, y Capello preguntándose por qué. Introdujo a un nuevo delantero en el 89, a Kerzhakov. Tarde, porque Bélgica ya no dejó que pisaran su área. Rusia se la tendrá que jugar en la última jornada, mientras que Bélgica ya está en octavos. La esperada revelación ya pisa la siguiente fase.