La final de la Copa de Italia entre Fiorentina y Nápoles, que debía haber empezado a las 21:00 horas en el Estadio Olímpico de Roma, comenzó con 45 minutos de retraso debido a los incidentes que se produjeron antes del partido, que provocaron al menos cuatro heridos, tres por armas de fuego, uno de los cuales está muy grave.
Este hecho provocó que durante unos minutos, los representantes de ambos equipos y de la Lega se planteasen sobre el terreno de juego del estadio Olímpico si era pertinente disputar la final de Copa, por el estado demasiado exaltado de los hinchas del conjunto napolitano.
Ante esta situación, el capitán del equipo de Rafa Benítez, el eslovaco Marek Hamsik, decidió acudir a la curva norte del Olímpico para hablar con los representantes de los aficionados napolitanos más radicales y pedir calma. Hamsik informó a los hinchas del estadio de los heridos y de que las personas que atacaron a los aficionados no eran de la Fiorentina, además de que los hechos podrían no tener alguna relación con el mundo del fútbol.
Mientras se esperaba la decisión, aficionados del Nápoles lanzaron algunos petardos y bengalas y uno de ellos golpeó a un bombero, que fue retirado del campo, aunque después se informó de que no había resultado herido.
Mientras tanto, los aficionados de la Fiorentina siguieron en silencio estos momentos previos al encuentro. Por respeto a los heridos, los aficionados tanto del Nápoles como de la Fiorentina decidieron retirar las banderas y pancartas.
En total, son tres los heridos napolitanos por arma de fuego y la policía está recogiendo testimonios sobre lo ocurrido y ha encontrado abandonada el arma que se disparó.
Uno de los heridos, de unos 30 años, fue trasladado en estado grave al hospital por una herida de arma de fuego en el tórax, mientras los otros dos fueron heridos en la mano y en un brazo.
Según la primera reconstrucción de los hechos, los tres heridos de bala, uno de ellos un policía de paisano que se trasladó a Roma a ver la final, fueron rodeados por un grupo de personas con acento romano en la calle de Tor di Quinto, aledaña al estadio, y tras un enfrentamiento se oyeron los disparos. También hubo algunos lanzamientos de petardos y bengalas a las fuerzas del orden antes de entrar en el campo por parte de los aficionados del Nápoles, pero sin que se produjeran heridos graves.
La Policía baraja que se haya tratado de un suceso que nada tenga que ver con el mundo del fútbol.
De nuevo el fútbol italiano volvió a dar mala imagen y se repitieron las escenas de otros encuentros pasados en los que los jugadores tuvieron que consultar a los jefes de los tifosi para que se decidiera jugar.
Estas escenas se produjeron ante la mirada de 65.000 espectadores y los presidentes del Nápoles, Aurelio De Laurentiis, y de la Fiorentina, Andrea della Valle, pero también del presidente del Gobierno, Matteo Renzi, seguidor del conjunto viola.
Triunfo del Nápoles
En lo estrictamente deportivo, el Nápoles de Rafa Benítez se ha hecho con el título tras derrotar en la final a la Fiorentina (1-3). Lorenzo Insigne fue clave en el partido al marcar dos goles en apenas seis minutos (los que fueron del 11 al 17) y eso dejó muy tocado al conjunto viola, que no obstante logró acortar distancias a la media hora por medio del peruano Juan Manuel Vargas.
El equipo napolitano, que jugó los últimos diez minutos con uno menos por la expulsión de Gokhan Inler, amarraría el triunfo, y con ello la Copa, en el último minuto gracias al tanto de Dries Mertens.