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Se pospone el juicio

El encuentro se convirtió en un ajuste de cuentas de la afición del Real Madrid con su equipo que sigue peleando por lograr el triplete.

Cristiano Ronaldo celebra el primer gol del partido. | Efe

La afición del Real Madrid es única en el mundo. Irracional para bien y para mal. Envidiada por hacer realidad remontadas que otros son incapaces de imaginar, pero mentalizada para pensar que quemar su propia casa es la mejor solución a los problemas. Muchos fueron al Santiago Bernabéu con las antorchas encendidas, enfadados, buscando pelea con los suyos.

Tras castigar a sus jugadores durante el partido, se tuvieron que marchar con las antorchas apagadas. No por la lluvia, sino por los cinco goles que les había regalado su equipo. Se fueron sin el veredicto que, parecía, querían encontrar: una derrota del Madrid que diera algún sentido a su actitud irracional.

El frío, la lluvia, el horario y hasta el rival, invitaban a no acudir al estadio, y de ahí que apenas fueran 60.000 personas. Aún así, fue el día que más se hicieron notar. Carlo Ancelotti, Diego López, Bale, Morata, Benzema y hasta Cristiano Ronaldo fueron pitados. Todo valía para castigar a un equipo que hasta hace una semana llevaba 31 partidos seguidos sin perder.

Cristiano, señalado

Esta afición, capaz de volcarse con su jugador estrella para que le den el Balón de Oro, es la misma que le señala con su ira simplemente por no pasar un balón. Fue tan surrealista la pitada a Ronaldo que Sergio Ramos tuvo que recorrerse todo el campo para calmar al portugués con unas palabras al oído. Normal que Ronaldo dijera que le había costado entender al Bernabéu.

Cristiano es el mismo jugador que está pulverizando todos los récords, el que se deja la cara por el Real Madrid en todos los estadios donde es insultado, el que no quiere parar de jugar pese a la recomendación de los médicos por sus problemas en el tendón rotuliano. Hasta Carlo Ancelotti, que no levanta casi nunca la voz, se atrevió a decir que pitar al luso "era incomprensible". Repito, todo por no pasar un balón con 4-0 en el marcador. Por cierto, Ronaldo, con el gol ante el Rayo Vallecano, lleva ya diez partidos seguidos marcando, un récord más.

Memoria frágil

Otra característica del aficionado del Bernabéu es la memoria frágil. Hace no mucho salvaba puntos para su equipo, era el artífice del liderato por ser el Zamora, un ejemplo de los valores del madridismo, ahora Diego López escucha pitos de su afición cada vez que toca el balón. El debate de la portería nunca fue totalmente deportivo y su máxima dimensión en la prensa ha provocado esta situación. No me quiero imaginar el día que Diego haga una cantada o un error de bulto.

El Real Madrid todavía opta al triplete y los pitos no siempre ayudan a que el futbolista mejore. Arbeloa fue capaz de superarlo, veremos si también lo es Diego o Benzema. El francés, de carácter más débil, a quien le cuesta revindicarse cuando le vienen mal dadas, también se fue señalado tras un mal partido.

Al margen de la dirección de los pulgares de la grada, el encuentro no fue disputado como indica el marcador. El equipo de Paco Jémez puso de su parte. Fueron tan valientes como inocentes, y por eso se llevaron una goleada como en el Camp Nou o Vicente Calderón. Ancelotti, sin Modric a su disposicion, sólo reservó a Marcelo pensando en la Champions. No se atrevió a prescindir de un Xabi Alonso cansado y puso al tolosarra con Illarramendi. Dos jugadores tan parecidos que acaban solapándose. No tienen apenas recorrido con la pelota, pero lo suplió un Gareth Bale que, por cierto, también fue pitado.

Y eso que hizo un partido descomunal. Le dieron espacio y él lo aprovechó. Estuvo presente en casi todas las jugadas de ataque y marcó dos goles. Uno de ellos, con un sprint en solitario desde su propia área. Pero como golpeó al suelo en un mano a mano, se llevó la pitada del Bernabéu. Quizá no sepan que el galés lleva 16 goles y 15 asistencias esta temporada.

Dani Carvajal marcó el segundo gol del Madrid. No llegó hasta el minuto 10 de la segunda parte, cuando, con el marcador más holgado, Ancelotti sí se atrevió a hacer los cambios. Como casi siempre, previsibles. No quitó ni a Xabi Alonso ni a Cristiano Ronaldo, que incluso acabó con molestias en la rodilla.

Fueron sustituciones sin sorpresa. Isco por Illarramendi, Casemiro por Di María y Morata por Benzema. Ancelotti reconoció que se equivocó sacándole sólo un minuto en Sevilla y ante el Rayo jugó 17. Y, como suele ser habitual en él, Álvaro está presente en todas las jugadas. Bale y Ronaldo no le dieron una asistencia clara para marcar pero, lejos de enfadarse, cogió el balón en la siguiente jugada y marcó su mejor gol como futbolista en la primera plantilla. Algunos se habrán quedado sorprendidos, pero Morata ha marcado muchos así con el Castilla.

Fue, en definitiva, una victoria que no arregla los dos anteriores tropiezos pero sí sirve para frenar la caída. El Madrid contaba con estos tres puntos, también con alguno del Espanyol y del Athletic de Bilbao, y el Rayo Vallecano con no puntuar. Y es que los 2.000 seguidores del club de Vallecas que fueron al Bernabéu sacaron una pancarta en la que se podía leer: "Tu derrota en el césped, nuestra victoria en la grada". Ahí, en las gradas, en el apoyo a su equipo, el Rayo sí ganó.

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