Pep Guardiola impidió, con una orden dada a gritos desde el banquillo, que el delantero holandés Arjen Robben lanzara un penalti cuando el Bayern de Múnich vencía por 3-1 al Maguncia.
Cuando Robben tenía el balón en las manos y se disponía a ponerlo sobre el punto de penalti, Guardiola ordenó a gritos que lo lanzara Thomas Müller, que convirtió el gol. El enfado del jugador no se hizo esperar. Robben cogió el esférico y lo lanzó contra el césped mientras se quejaba abiertamente.
"Tienes el balón, vas a lanzar y aparece el entrenador como un maestro de escuela y te ordena que le des el balón a un compañero. Robben debió sentirse muy mal y era algo que no era necesario", criticó el entrenador del equipo rival.
Guardiola justificó su intervención. "Quería que lanzara Müller y soy el entrenador, eso es todo", dijo el entrenador español a Sky.
Robben no lanza penaltis en el Bayern desde que falló uno en la final de la Liga de Campeones de 2012 contra el Chelsea.