Luis Enrique Martínez puede ser el elegido por el FC Barcelona para sustituir en el banquillo a Tito Vilanova, que este mismo viernes presentó su dimisión a la Junta Directiva presidida por Sandro Rosell al sufrir una nueva recaída de su enfermedad, la segunda en apenas siete meses.
El Celta de Vigo anunció el pasado mes de junio el fichaje del técnico asturiano por dos temporadas, y éste se está haciendo cargo del equipo celeste desde hace unos días, tras la vuelta de las vacaciones, para empezar a planificar el curso 2013/14.
De hecho, Luis Enrique ha dirigido con normalidad la sesión de trabajo que el Celta ha realizado este sábado por la mañana en la localidad portuguesa de Melgaço ante la presencia del presidente del club, Carlos Mouriño, quien no ha querido hablar sobre el futuro del que fuera técnico del Barça B y la Roma. Mientras tanto, la televisión catalana TV3 da por hecho que Luis Enrique será entrenador del primer equipo barcelonista la próxima temporada.
Esta noticia ha generado gran inquietud en la directiva y la afición celeste, que se había ilusionado con el fichaje de Luis Enrique en sustitución de Abel Resino, sobre todo porque con él han llegado varios jugadores con pasado en La Masía como Andreu Fontás, Nolito o Rafinha, éste hermano de un Thiago Alcántara que también sale del Barça al fichar por el Bayern de Múnich de Pep Guardiola.
En su contrato, Luis Enrique tiene una cláusula de rescisión que le permitirá abandonar el Celta por tres millones de euros. Además, parece que el club de Balaídos aún no le ha tramitado su ficha en la Federación Española de Fútbol (RFEF). En el caso de que el Celta diera ya de alta a Luis Enrique como entrenador, el asturiano no podría fichar por otro club de Primera División en la temporada 2013/14 porque incumpliría los artículos 162 y 187 del reglamento de la RFEF.
Mientras el Celta sigue ejercitándose en Melgaço, crece la incertidumbre sobre la figura de su todavía entrenador y en las próximas horas podría despejarse el futuro de Luis Enrique, a quien los aficionados celtiñas desplazados a Portugal han pedido pedido que no se marche de Vigo. La pelota podría estar ahora en el tejado del preparador gijonés.