La mayoría de las personas miran un año atrás y sus vidas, con sus pequeños cambios, siguen más o menos igual. Este no es el caso de Raphael Varane. "Hace un año no me imaginaba estar jugando unos cuartos de final, nunca pensaba en un objetivo tan rápido". El joven francés transmite seguridad y tranquilidad ante la inmediatez de unos retos impropios de un chaval de 19 años. En el Madrid ven en él la construcción de un "central perfecto"
Es frío, tímido, pero en el vestuario ven este carácter como una ventaja, un muro que le permite alejarse de todos los elogios que recibe. Su papel en la plantilla ha cambiado, pero su forma de pensar no. No se acomoda, no se lo cree. Quiere crecer más. "Creo que es una etapa importante que me aporta experiencia. Es positivo para mí y tendré que aprovecharlo para continuar creciendo".
No es fácil encontrar un caso como el de Varane. Y eso Mourinho lo sabe. Mide 1,91 y pesa tan sólo 79 kilos. La colocación, su principal error, la corrige con gran velocidad. Fuerte por abajo y por arriba, va aprobando todos los exámenes que se le presentan. Sobresaliente ante Leo Messi y el Barcelona. Escogido para frenar a Van Persie en Manchester y esta noche, como en el colegio, es elegido por su entrenador como el primer central. Su presencia es "más importante aún" por los delanteros que hay enfrente. Yilmaz (pichichi de la Champions) y Didier Drogba. El fuerte de ambos es el juego aéreo y por arriba, el mejor central es Varane. Un chaval que hace una semana jugaba sus primeros partidos con la selección absoluta francesa.
Y es que hace un año su mayor logro era haber jugado siete partidos en liga. Esta temporada es tan importante que es reservado para los encuentros claves. Mourinho confía tanto en él que va a dejar a Pepe en el banquillo. Una decisión impensable hace un año. Pero es que ya dijimos que la vida de Varane no es como la del resto de futbolistas.