El Atlético se enreda en Málaga

El Atlético de Madrid visitaba La Rosaleda con la consigna clara: sumar tres puntos para acercarse un poco más al Barcelona y tratar de meterle algo más de presión aprovechando la difícil situación que atraviesa. Pero claro, enfrente estaba el Málaga, una de las grandes sensaciones de la temporada. Y por méritos propios.

Así que pasó lo que tenía que pasar. La igualdad fue máxima durante los noventa minutos. Apenas hubo resquicios para las oportunidades. El ritmo fue sosegado y sin alteraciones. Y ninguno de los dos equipos fue capaz de perforar la portería contraria.

Y eso que ambos entrenadores dieron entrada, al menos a priori, a onces más ofensivos de lo habitual. Simeone se deshizo de su doble pivote –no jugaron ni Tiago ni Gabi, sí Mario Suárez- y puso en el equipo al Cebolla Rodríguez. Pellegrini dejó fuera a Iturra y Camacho, y dio paso a un único medio centro –Toulalan- y una línea de cuatro por delante.

Pero nada. Las defensas se mostraron realmente sólidas. Son dos equipos que juegan de memoria, que saben en todo momento a qué velocidad hacer la transición o el repliegue, cuándo y hacia dónde bascular, y todos al unísono, como un futbolín.

Por suerte para el entrenador rival, y por desgracia para el aficionado, ninguno de los jugadores capacitados para hacerlo –Isco y Falcao sobre todo- fueron capaces de dar algún chispazo en alguna jugada que alterara el orden del partido. Así que los minutos transcurrieron sin apenas aproximaciones de ninguno de los dos conjuntos.

Las más claras, dos jugadas idénticas, dos remates de cabeza de Demichelis en la primera parte y Weligton en la segunda tras saque de esquina que terminaron saliendo fuera por muy poco. El Atlético, sobre todo buscando el remate final de Falcao, lo intentó más en los últimos minutos, pero tampoco.

Era un partido para empate a cero, entre dos de los mejores equipos de nuestro fútbol, probablemente, y a tenor de lo visto en las distintas competiciones, las alternativas a Real Madrid y Barcelona. Y, ante tal situación, y ante la falta de factores puntuales que decantaran una balanza muy bien vigilada durante 90 minutos, el partido terminó como tenía que terminar: en empate.