Salva Ballesta siempre ha ido adelante con sus ideas, nunca se ha escondido. Hijo de militar, el que fuera delantero del Málaga, Atlético de Madrid, Sevilla y Levante, entre otros muchos clubes, se ha sentido siempre "muy español" y lo ha proclamado con orgullo.
Este pensamiento vuelve a costarle otro trago muy amargo. Cuando el exfutbolista lo tenía todo prácticamente atado para convertirse en el segundo entrenador del Celta, a las órdenes de Abel Resino, el club celeste se echa para atrás e impide su llegada. El motivo es la presión hacia la entidad de "un grupo minoritario de aficionados", como él mismo denunciaba.
Ese "grupo minoritario de aficionados" al que se refiere Salva es el de los Celtarras, la hinchada más radical del Celta de Vigo conocida por su ideología de ultraizquierda y que mantiene una gran afinidad con los proetarras de Herri Norte Taldea –grupo radical del Athletic de Bilbao–.
Pero Salva ya sabía lo que es sufrir a los celtarras. Fue el 10 octubre de 2009, durante un partido de Segunda División entre el Celta de Vigo y el Albacete, donde entonces jugaba el zaragozano, que el próximo 22 de mayo cumplirá 38 años.
Salva se encontraba realizando ejercicios de calentamiento frente al fondo sur del estadio de Balaídos, donde se agolpaban los celtarras, cuando tuvo que soportar los gritos e insultos de los radicales. "Hijo de puta" fue lo más suave que llamaron al delantero aragonés, que también recibió varias amenazas: "Salva Ballesta, tiro na testa (tiro en la testa)" o "ETA mátalo".
Así se refleja en un vídeo publicado en el blog de Elentir Contando Estrelas, donde también se recuerdan las soflamas independentistas de los celtarras, que en abril de 2008, durante un partido contra el Sporting de Gijón, lanzaron gritos contra España y a favor de la independencia de Galicia mientras hacían ondear banderas separatistas como las que usa el BNG.