En declaraciones a la prensa desde Lérida, el portavoz de CiU en el Congreso, Josep Antoni Durán Lleida ha dicho estar convencido de que la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, "es responsable de una buena parte de estos silbidos", tras pedir que se suspendiera el partido si se iba a pitar el himno.
"Yo vi incluso una pancarta diciendo 'Este silbido va por ti Esperanza Aguirre', por tanto ella calentó el partido y el resultado es el que ha sido, y ella, en su casa", ha agregado Durán.
Ha recalcado que no le gusta que se pite ni a las instituciones ni a los himnos, "ni al de Cataluña, ni al de Francia ni al de España o cualquier otro país", aunque ha señalado que se no puede evitar que un ciudadano o un aficionado del FC Barcelona o el Athletic de Bilbao lo haga en un estadio.
El nacionalista también ha hablado del Príncipe. Según él, don Felipe ya acoge las pitadas "con una cierta naturalidad". "Ya empezamos a estar acostumbrados todos un poco a que a veces se nos pite y se nos pueda gritar", ha afirmado.
La visión de Urkullu
En su blog, Íñigo Urkullu se adhiere a la tesis de Durán. Al principio de su post dice que nunca ha sido "partidario" de las pitadas, pero más adelante exculpa a sus autores para apuntar, como el político catalán, a Esperanza Aguirre: "Lo sucedido hace tres años en Valencia y la retransmisión por televisión, con motivo también de la final de la Copa entre Athletic y Barça -dos clubes que han hecho gala durante su historia de representar un sentimiento más allá de lo deportivo- suponían ya un terreno abonado para lo ocurrido ayer. Aunque nada comparable a la provocación en las palabras previas a la final por parte de la presidente de la Comunidad de Madrid".
Añade que para Aguirre la final no era "un partido Athletic-Barça" sino más ver quién ganaba si la "pitada" o los vatios de potencia de la megafonía en el estadio y en la televisión".
"Las provocaciones -Real Madrid-estadio Santiago Bernabéu. Las manifestaciones de Esperanza Agirre. La marcha permitida a los "ultras". Las obras en la carretera tras el peaje de Burgos o los controles de trafico de la Guardia Civil. Las actitudes no ejemplares institucionales o la identificación de sentimientos propios en dos aficiones que lo son más que de fútbol se fueron sumando para que sucediera lo que sucedió", añade.
"Todo ello hizo que, pese a los 100.000 vatios de potencia instalados por la organización del partido en el estadio -y que pretendían ensordecer a la afición aun a riesgo de la salud auditiva de quienes pudieran asistir al partido desde el palco- y del volumen de decibelios en TVE, ganara el 99% de los 52.000 presentes en el estadio, salvo alguna bandera española presente y algún grito de ‘Arriba España’ de algún ex-dirigente del PP vasco y cargo de representación popular"