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La carrera más difícil de Michael Schumacher

No hace falta estar cerca de la familia y el entorno más cercano del alemán para saber que estas han sido sus peores Navidades.

Michael Schumacher en su etapa como piloto de Ferrari. | Archivo

Cuando se cumple un año del peor accidente sufrido por el piloto más laureado de todos los tiempos, Michael Schumacher, hay hueco para la esperanza. Al menos la situación es mejor que hace un año cuando saltaron en rojo todo los teletipos y noticias de última hora anunciando que el Kaiser había sufrido un grave accidente mientras esquiaba en la estación de Maribel, en los Alpes franceses.

En aquel momento parecía mentira que un piloto que ha conducido a más de trescientos kilómetros hora y que se ha jugado la vida en cada carrera, en alguna que otra frenada y en más de un adelantamiento encuentre su juicio en las rocas del camino de una montaña alpina. Pero pese a todo y a los caprichos del destino, Michael ha sido capaz de plantarle cara. Después de que el siete veces campeón del mundo permaneciera varios meses en coma ingresado en un clínica de Grenoble su evolución permitió trasladarlo a su casa de Suiza para que desde allí el campeón comenzara la carrera de su vida.

En esta carrera no hay un número de vueltas fijado, es el piloto el que marca cuándo acaba la carrera y lo que es más importante, en este gran premio sólo puede haber un ganador, no hay segundos, y aunque pueda parecer una carrera fácil nunca antes el alemán ha tenido que enfrentarse a una prueba de tal dureza. Y vaya si está luchando y esta vez con su propia máquina, su cuerpo, el que ya empieza a responder a las sensaciones y los estímulos, aunque de una manera muy tibia.

En unas declaraciones realizadas en octubre a Le Parisien, Jean-François Payen, jefe del departamento de anestesia y reanimación del hospital de Grenoble en el que estuvo ingresado Schumacher durante seis meses, aseguró que el campeón del mundo "está en condiciones muy favorables para facilitar su recuperación". El médico que ha visitado a Schumacher en su domicilio de Suiza y cuando estuvo en un hospital de Lausana, no dio más detalles más allá de informar de que el piloto no está en coma, y habló de un tiempo de recuperación de entre uno y tres años. En definitiva, Schumacher se enfrenta más que a una carrera de velocidad a una carrera de resistencia consigo mismo a la que cada día le gana espacio. Un año con Michael pero sin él, en vilo por uno de los deportistas más destacados de todos los tiempos, dentro y fuera de la F1.

Cómo y en qué condiciones terminará de recuperarse Schumacher no lo sabe nadie, ni siquiera sus médicos. Ojalá que algún día volvamos a verlo haciendo lo que mejor sabe hacer, conducir, llenar de sentido las curvas y darle lógica a las frenadas. Fuera o dentro de la competición siempre será un placer ver a un heptacampeón del Mundo de F1 y allí en el asfalto le esperamos todos los que amamos este deporte

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