Ferrero completa la faena iniciada por Nadal para dar a España la permanencia en el Grupo Mundial de la Davis

L D (EFE) Los pronósticos, basados en las mucho mejores posiciones en el 'ránking' de los jugadores españoles (Rafael Nadal, Juan Carlos Ferrero, Feliciano López, David Ferrer) que los italianos (Andreas Seppi, Potito Starace, Daniele Bracciali, Giorgio Galimberti), hacían presagiar una eliminatoria casi fácil para España. Sil olvidar que España es aún la vigente campeona de Copa Davis, aunque sabe que deberá entregar el testigo y la ensaladera.

A ello, además, se unía que Italia había "castigado" con la no convocatoria a su número 1, Filippo Volandri, por pedir éste un dinero suplementario por jugar, y que Starace (n.2) se caía a última hora por un fuerte proceso gripal. Pero la Copa Davis es especial y llena de historias. Y esta última decía que España en dicha competición nunca había eliminado a Italia en territorio transalpino. Y se estuvo muy cerca de repetirse. Al final, con susto y miedo en el cuerpo, no fue así.

Y eso que la temida "encerrona" de público no sucedió, pues el público de Torre del Greco, en su estreno en Copa Davis, se portó correctamente e, incluso, aplaudió a un Nadal al que también adquirieron como ídolo. Pero las cosas iniciaron mal, se complicaron el primer día, en el primer punto de la eliminatoria, con la derrota de Ferrero, ex número uno mundial y ganador de Roland Garros, ante Seppi, que adquirió el número 1 italiano y que está muy lejos en el 'ránking' de Ferrero.

Lo curioso es que Ferrero ganó los dos primeros sets (7-5 y 6-3), pero a partir de ahí se fue totalmente de la pista: cedió el tercero por un contundente 6-0, y entregó los dos siguientes (6-3 y 6-2). Se le vio tan mal al español que se empezó a especular con su ausencia en la última jornada. Antes, Nadal hizo valer su condición de número 2 mundial, de los 34 encuentros consecutivos ganados sobre la tierra batida, ante un Bracciali que se convirtió en el sustituto de Starace: 6-1, 6-2 y 6-3, fue el concluyente marcador.

Se esperaba cerrar la jornada con 2-0 para España, pero se fue con un 1-1. El partido de dobles del sábado adquiría mayor importancia. Y se vio, pues Galimberti/Bracciali, del lado italiano, y Feliciano López/Nadal, del español, dieron todo, se dejaron todo en un partido igualado, equilibrado, larguísimo (4 horas y casi 40 minutos). Un dobles que cayó del lado italiano, por 4-6, 6-4, 6-2, 4-6 y 9-7. Cada dúo tuvo sus ocasiones de ganar, pero quizás Nadal se vio muy solo ya que tuvo que echarse el peso sobre sus espaldas en los momentos críticos.

Hubo que llegar a los dos enfrentamientos simples, donde sí se cumplieron los pronósticos. Nadal, aunque padeciendo más de lo normal, ganó a Seppi (6-1, 6-2, 5-7 y 6-4), en un partido donde el español demostró que es humano, pues sufrió un vació físico ("no podía moverme", reconoció después) a partir del tercer set que le dejó contra las cuerdas.

Se iba al quinto y más que nunca definitivo encuentro. Ferrero se enfrentaba a Bracciali en una decisión donde había mucho en juego: él, los capitanes y España. Y sobre la pista apareció el Ferrero que todos -menos hoy los italianos- desean: mentalizado, concentrado, agresivo, que se jugaba puntos ganadores y que imponía el ritmo. Lo pagó Bracciali, un jugador muy, muy normalito. La prueba es el marcador final: 6-3, 6-0 y 6-3, en apenas dos horas de partido.

España obtenía el 3-2, la permanencia en la elite, romper su maleficio italiano. Pero sufrió más de lo esperado a los pies de un volcán Vesubio, que majestuosamente vivió la eliminatoria.