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Federer espera hacer historia con permiso del sorprendente Soderling

El suizo Roger Federer, ese hombre correcto y políglota que se pasea con naturalidad por el cielo del tenis, tiene este domingo una oportunidad idílica para ganar Roland Garros y eliminar una de las últimas máculas que le separan para confirmarse como uno de los mejores tenistas de la historia.

El suizo Roger Federer, ese hombre correcto y políglota que se pasea con naturalidad por el cielo del tenis, tiene este domingo una oportunidad idílica para ganar Roland Garros y eliminar una de las últimas máculas que le separan para confirmarse como uno de los mejores tenistas de la historia.

L D (EFE) Enfrente tendrá a Robin Soderling, un sueco barbudo y espigado de carácter agrio y 24 años que ha explotado tenísticamente en este torneo y se ha ganado todo el derecho de intentar ser él quien seduzca a la caprichosa historia -la suya propia, ya que conquistaría su primer Grand Slam- y dejar al suizo con la miel en los labios.

París desea que Federer gane el domingo en la pista Philippe-Chartier, igual que en cada una de las finales que ha perdido en los últimos tres años frente al español Rafael Nadal, el que parecía el dueño incontestable de este torneo hasta que Soderling se encontró con él en octavos de final.

El sueco, que se convertirá si gana el domingo en el tercero de su país en triunfar en Roland Garros tras Bjorn Borg (1974) y Mats Wilander (1982), dijo en la víspera del partido que la historia "no es algo en lo que piense". "Soy muy, muy afortunado de poder jugar la final de un Grand Slam contra quien probablemente es el mejor jugador de todos los tiempos", comentaab el de Tibro, al sureste de Suecia, quien ha aprovechado su 1,91 metros para devolver con éxito los golpes que le han tirado en París Kevin Kim, Denis Istomin, David Ferrer, Rafael Nadal, Nikolay Davydenko y Fernando González, a quienes ha eliminado.

No sorprende que no quiera pensar en la historia, porque la que se le pondrá delante el domingo en forma de suizo con una cinta sujetándole el pelo, es escalofriante. Si levanta la Copa de los Mosqueteros, Federer se convertirá en el sexto jugador en conseguir todos los títulos de Grand Slam -el último fue Andre Agassi en 1999- e igualará el récord de Pete Sampras de 14 títulos de esa categoría, aunque antes que el estadounidense, quien lo consiguió tras 52 intentos, mientras que el de Basilea suma con éste su cuadragésimo asalto.

Federer se sabe favorito frente al sueco y lo reconoce. No ignora que tendrá todo a su favor, empezando por la ausencia de Nadal gracias a un neófito en finales de Grand Slam, Soderling, y terminando por el apoyo del público, que lleva años esperando que la tierra batida de París sucumba ante el tenis de Roger.

El camino del suizo hasta la final le ha llevado a jugar 16 horas y 40 minutos de tenis, prácticamente igual que Soderling, para derrotar a Alberto Martín, José Acasuso, Paul-Herni Mathieu, Tommy Haas, Gaël Monfils y Juan Martín del Potro. Éste último reconoció tras caer en cinco sets que Federer tiene ese extra especial de "los grandes", quienes, cuando más lo necesitan, hacen cosas excepcionales que "no están a la vista", como si Dios les hubiese tocado "con una varita", se sinceró el argentino.

Soderling, que cobrará un cheque de 1.060.000 euros si gana y uno de 530.000, si pierde, confía en que las condiciones meteorológicas le ayuden, dice, ya que después de un torneo de sol radiante, los satélites anuncian entre 10 y 17 grados centígrados y nubosidad variable.

Si se lleva un partido que encara sin "ninguna presión", se meterá en entre los diez mejores del ránking de la ATP y será recordado por la hazaña de desbaratar el sueño del suizo, cuando más cartas parecía que tenía para alcanzarlo. Federer siempre ha ganado en las nueve veces que se han enfrentado, circunstancia que Soderling aprovecha para alabarle y trasladar toda la presión a su rival.

Si es Federer el que gana Roland Garros, el debate sobre quién es el mejor jugador de la historia no acabará. El suizo rivaliza entre otros con nombres como Rod Laver Bjorn Borg o Pete Sampras, pero habrá dado un paso muy importante. Quizá el más difícil que nunca tendrá que dar.


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