(Libertad Digital) El objetivo de Federer es no ser guillotinado de nuevo en París. Sabe ya que Nadal lleva 27 victorias consecutivas en París, donde ha ganado en 2005, 2006 y 2007 y donde amenaza con igualar al sueco Bjorn Borg, último que ganó cuatro veces consecutivas, aunque luego añadió dos más. Sabe también que el español no ha cedido un set en estas dos semanas hasta la final, al igual que el año pasado. Sabe, además que Nadal le ha ganado en 10 ocasiones y que el de Manacor solo ha perdido seis. Que en tierra Rafa domina 8-1 y que en París, nunca ha podido con él en tres enfrentamientos, en las semifinales del 2005, y en las finales de los dos últimos años.
Son demasiadas cosas a tener en cuenta por el número uno del mundo, cuando le quedan algo más de un mes para cumplir 27 años, una edad difícil para luchar contra un joven de 22 que ha demostrado este año estar a su máximo nivel, aunque Federer también tiene en cuenta que Andre Agassi ganó el título aquí con 30 primaveras. "Tengo la táctica para ganarle", ha dicho un convencido Federer, quien llega a esta final, animado todavía por su victoria ante Nadal el año pasado en el Masters Series de Hamburgo. "Soy el único que le ha ganado en una final sobre tierra batida", decía tras derrotar al francés Gael Monfils en semifinales.
Pero sabe también el suizo que este año en el mismo torneo germano desperdició una ventaja de 5-1 en el segundo set para haber podido ganar, y que antes, en Montecarlo, dilapidó un 4-0 en la primera manga. Y en ambas finales acabó doblando la rodilla. Asegura el suizo que su juego sobre tierra batida ha mejorado y que cuenta con mayor experiencia (este año ha ganado el título en Estoril), y además, ahora más que nunca, debe poner a prueba lo que su técnico español José Higueras, le ha ido enseñando desde que iniciaron juntos su andadura en Portugal.
"Me siento mejor cada año, estoy más en forma que nunca y mejor que nunca sobre tierra batida, tengo mejores sensaciones", avisó Federer, que no obstante aclaró que la central de Roland Garros no es el problema. "El problema no es la pista, es Rafa", bromeó. Al frente de la clasificación mundial durante 227 semanas, con 54 títulos en su bolsillo. Federer quiere convertirse en el número uno que gana el título, después del brasileño Gustavo Kuerten en 2001. Con sus padres Robert y Lynette en su banquillo, Roger aspira a romper su racha contra quien considera su amigo.
"Cuanto más jugamos, más nos conocemos. Hay que buscar la clave. Yo puedo jugar más agresivo o menos, pero él siempre se muestra de la misma manera, por lo tanto puedo sorprenderle yo más a él, que él a mí", dijo el suizo, que tiene claro que la de este domingo es una final más. "Incluso si gano, mi carrera no se detiene, seguiré buscando más título. La motivación está ahí". Pero el suizo es consciente de que la rivalidad actual entre los dos jugadores es algo que motiva. "La historia nos está citando tanto a él como a mí, y esta vez espero que me toque a mí". "He jugado casi perfecto", dijo Nadal tras imponerse de forma casi extraterrestre al serbio Novak Djokovic en semifinales y plantarse sin ceder un set en la final, tal y como hizo el sueco Bjorn Borg en 1978, 1980 y 1981.
A Borg, ahora inmerso en el circuito de veteranos, Nadal le pisa los talones, pero el español no podrá arrebatarle el récord de menos juegos concedidos (27) hasta llegar a una final del Grand Slam en la Era Open. Al sueco, que en las semifinales de 1978 perdió un solo juego ante el italiano Corrado Barrazzutti, le ocurrió entonces una anécdota. El transalpino, al acercarse a darle la mano en la red, le pidió perdón por haberle ganado ese juego, y Borg casi se volvió loco al no comprender la broma. Nadal, con 150 semanas seguidas como número dos del mundo, ahora líder de la Carrera de Campeones tras vencer a Djokovic es ya el primer jugador desde el checo Ivan Lendl, en 1987, que alcanza la última instancia de Roland Garros por cuarto año consecutivo.