L D (EFE) Boca, el equipo más popular del país, buscaba el título número 23 y el primer tricampeonato de su historia tras dos duras derrotas en el tramo final de la competición que parecieron resquebrajar su estructura, su moral y su equilibrio. El Estudiantes, con 23 años de sequía que incluyeron descensos de categoría, igualaba el primer puesto tras once victorias y un empate en los últimos doce encuentros, campaña que le hizo soñar con razón con el cuarto título de campeón de su centenaria existencia. Boca, un campeón consuetudinario, perdía crédito en dos semanas por esos sorpresivos bajones, hecho que disparó la advertencia de renuncia de La Volpe en el caso de volver a perder, y Estudiantes, cargado de fervor e ilusión, se presentaba al partido de desempate como claro favorito.
Martín Palermo, un veterano curtido en mil batallas, abría el marcador para los boquenses a los cuatro minutos de juego, para poner en su lugar los valores históricos que han hecho diferencia entre ambos equipos desde los comienzos del siglo pasado. El partido se calentó y se multiplicaron los roces, los choques y las interrupciones, que a los 40 minutos desencadenaron en las expulsiones de Pablo Álvarez, defensa de Estudiantes, y Ledesma, hasta ese momento el mejor centrocampista de Boca. Entonces, el inflamable equipo que dirige Simeone comenzó a mostrar por qué Mariano Pavone es el punta más codiciado del momento en el fútbol argentino. Pavone las intentaba todas pero no podía, como sí pudo el creativo José Sosa, que daba el empate a Estudiantes a los 65 minutos con un gran lanzamiento de falta y devolvía las esperanzas a un equipo batallador, cuyo eje es Juan Sebastián Verón, el mejor futbolista del torneo.
La intensidad del partido quitó piernas a Boca Juniors y empujó a Estudiantes a jugar en campo contrario, con un rendimiento colectivo superior al de hasta ese momento bicampeón. El conjunto de La Volpe dependía de alguna individualidad. Hasta que Pavone hizo la jugada más trascendente de su vida al superar a Aldo Bobadilla con una vaselina y mandar el balón a las redes con un remate de cabeza a diez minutos para el final. Un golazo memorable, con el que contribuyó la inacción de la aturdida defensa auriazul. Estudiantes siguió atacando y generó varias situaciones para ampliar su ventaja en el marcador. Boca terminó aplastado, sin respuestas anímicas ni futbolísticas, como en las dos derrotas anteriores frente a Belgrano y Lanús.
El equipo más popular de Argentina se queda así sin tricampeonato, sin entrenador, y sin uno de sus mejores jugadores, Fernando Gago, que esta misma semana podría cerrar su fichaje por el Real Madrid.