El Villarreal da la primera alegría a su afición arrollando a un Athletic con diez

L D (EFE) Los del chileno Manuel Pellegrini se ajustaron al guión que tanto éxito les dio año pasado, con los mismo jugadores y una filosofía de juego de toque con Juan Román Riquelme como artífice. El Athletic venía con la idea de trabar el centro del campo, aprovechar la velocidad de sus bandas y sorprender al contragolpe. Es más. El técnico del Athletic, José Luis Mendilíbar, aseguró que si paraban a Riquelme paraban a todo el Villarreal y lo logró durante 44 minutos.

Amontonó jugadores en el centro del campo con lo que recuperaba con facilidad, lo que desquició tanto a Riquelme como a sus compañeros, y buscaba hacer peligro en la portería de Sebastián Viera. Joseba Etxeberría ya había avisado y a los diecinueve minutos abrió el marcador con el 0-1, lo que aún facilitaba más los planes de su técnico.

El Villarreal seguía sin encontrarse cómodo y cada vez jugaba peor, así que las cosas parecía que se ponían negras para los locales hasta que Mendilíbar y sus chicos no pudieron parar a Riquelme, que sacó un pase espectacular a José Mari que recibió un agarrón de Casas cuando iba a encarar el área. En esa jugada, el defensa del conjunto vasco vio la cartulina roja directa y fruto de esa falta, Riquelme alojó el balón en la escuadra de la portería defendida por Aranzubía y ponía el 1-1 en el marcador, que abría el partido para afrontar la segunda parte.

En la reanudación, el plan de Mendilíbar se vino totalmente abajo. Con el gol de Riquelme y la expulsión de Casas, el Villarreal fue netamente superior en la segunda parte y desde el principio protagonizó un monólogo y era cuestión de tiempo que llegara el gol. José Mari lo tuvo en sus botas en dos ocasiones y perdonó. El Villarreal superaba una y otra vez a la defensa vasca y el delantero andaluz, a la tercera y de cabeza desde dentro del área, puso por delante a su equipo.

A partir de ese momento, el Villarreal tranquilizó su juego y se vio superior en el campo y en resultado. Llegó el tercero a balón parado, con un impresionante chutazo de Marcos Senna, como podía haber llegado al cuarto y acabó el partido con un Villarreal superior que vio como lo que parecía un partido complicado en la primera parte fue una victoria tranquila.