Quique Sánchez Flores ha podido dirigir el último partido con el Atlético de Madrid tras la derrota (1-2) de su equipo ante el Valencia, que le aleja definitivamente de los puestos de Champions. Los rojiblancos fueron superiores, pero no supieron materializar sus ocasiones, entre ellas, un penalti.
El técnico confió de nuevo en la pareja de ataque Agüero y Forlán. Pero el mejor jugador rojiblanco iba a ser Reyes, que adelantó muy pronto a los colchoneros (m. 3) al cruzar perfectamente ante la pasividad de la defensa ché. El esquema de juego del Valencia impedía crear demasiado juego, pero la suerte le acompañó y, antes del descanso, Joaquín puso las tablas.
En la segunda parte, el dominio rojiblanco iba a ser mejor, aunque sin tener ocasiones demasiado claras. La mejor, sin duda, el penalti errado por Forlán, que disparó al poste. Lo siguió intentándolo el Atlético, pero la puntilla la puso Joaquín con un disparo desde la frontal imposible para De Gea. Demasiado castigo para el Atlético, que pagará Quique con su puesto.
Palop regala el triunfo al Racing
El Racing del indio Ali Syed ha conseguido la victoria en el último minuto (3-2) gracias a una cantada de Palop inexplicable. Los cántabros salieron muy enchufados al partido y a los 20 minutos ya vencían 2-0 gracias a los tantos de Christian y Rakitic en propia puerta.
El partido estaba encarrilado para los locales hasta que a Iturralde se le ocurrió expulsar a Christian por una entrada que no merecía tanto castigo. Eso espoleó a los andaluces que acortaron distancias gracias a un tanto de Fazio.
En la segunda mitad, el Sevilla, en superioridad, encerró al Racing hasta que logró el empate en los últimos minutos al convertir Luis Fabiano un penalti cometido sobre Capel. Cuando estaba al caer la remontada sevillista, Palop salió a por uvas a una zona del campo donde el portero no debe aparecer y Arana hizo una suave vaselina para dar el triunfo al Racing. La alegría desbordó a El Sardinero con el nuevo propietario, el indio Ali Syed, levantando los brazos en el palco, en un gesto un poco feo para un dirigente.