L D (EFE) Dieciséis grandes puertos no han marcado diferencias decisivas y ahora sólo resta probar la ley del Alpe d'Huez y sus 23 míticas curvas. "Lo intentaremos con toda la artillería", promete el director del CSC, Bjiarne Riis, que pese al trabajo inmenso de su equipo no fue capaz de sacar grandes diferencias tras la penúltima etapa alpina.
Carlos Sastre subió dos posiciones por el desmoronamiento de Christian Vandevelde –que se dejó más de minuto y medio y toda opción de subir al podium– y porque Menchov se descolgó en el descenso de la Bonette y perdió algo más de medio minuto. "Pero todavía nos queda Evans", advierte el madrileño que se lamentaba de no haber podido atacar en la Bonette por el fuerte viento de cara. "Es nuestra última oportunidad", repite el abulense de adopción. "En Alpe d'Huez a por todas", le secunda el mayor de los Schleck, la otra baza del CSC, envalentonado por el maillot amarillo.
Son el equipo más fuerte pero hasta ahora no han podido marcar grandes diferencias con Cadel Evans, que sigue afianzándose a la rueda de los escaladores pese a que da evidentes signos de fatiga. El australiano incluso intentó atacar en el descenso, pero una moto frenó su marcha. "Ha sido una pena, porque habría podido arreglar un día que no fue tan bien como yo creía, el ritmo de los CSC ha sido increíble. Esto no ha terminado", asegura.
Evans sigue siendo uno de los favoritos y en la Bonette no sufrió grandes ataques. "Lo he intentado, pero con tanto viento vi que no se podían sacar grandes diferencias y preferí esperar otro momento. Creo que hemos tomado la opción más inteligente", aseguró Sastre. Sus opciones pasan ahora por Alpe d'Huez. Sastre sigue 41 segundos por detrás de Evans y tiene sólo 24 menos que Menchov, una renta que no le garantiza nada de cara a la contrarreloj de 53 kilómetros del penúltimo día. "Mañana (por este miércoles) hay que montar la traca", asegura Sastre. Ni él ni Riis sueltan prenda sobre la táctica del equipo, que cuenta con el maillot amarillo en los hombros del luxemburgués Franck Schleck, un hombre que hoy se mantuvo sólido.
En el cuartel del CSC dan por buena la etapa de Jausiers. Sólo sacaron tiempo a Menchov, pero son conscientes de que han desgastado a todos los favoritos y que eso les allana el camino en la etapa reina del Tour. "Hemos pasado el día con buena nota", afirmaba Sastre, mientras su jefe de equipo lamentaba que el viento "impidiera poner en marcha los planes tal y como los habíamos previsto". Ese factor inesperado obligó al director danés a revisar su estrategia, que en el papel era más agresiva. Su equipo endureció la carrera desde que ésta se puso cuesta arriba y, sin embargo, el ataque de Sastre o de Franck Schleck no llegó.
El gran damnificado de la jornada fue Denis Menchov, que se descolgó en la bajada de la Bonette y acabó cediendo unos segundos precisos. Ya perdió medio minuto por un abanico en Nantes, en la tercera etapa, y grano a grano se aleja del primer escalón del podio de París. "No he perdido el Tour, queda la etapa decisiva de mañana y una gran contrarreloj", afirmó el ciclista del Rabobank que disimulaba mal su cabreo por haber perdido tiempo. El que se afianza como un fuerte escalador es el austríaco Bernhard Kohl, que entró con los mejores. Ya es un héroe en su país, posa con la bandera austríaca y ríe porque es un serio candidato a subir al podio de París, allí donde ninguno de sus compatriotas ha puesto antes el pie.