L D (EFE) Pero más que el camino elegido, que será clásico, en la próxima edición del Tour destacará el celo con el que se perseguirá el dopaje, para intentar que la batalla deportiva se anteponga en los titulares de prensa a la crónica de sucesos y evitar escándalos como los de Floyd Landis en 2006 y los de Michael Rasmussen y Alexandre Vinokurov en 2007.
Dos días después de que la Unión Ciclista Internacional (UCI), la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) y el Ministerio francés de Deportes firmaran la puesta en marcha del pasaporte biológico individualizado para detectar toda sombra de dopaje, el Tour desvelará el recorrido con el que, una vez más, pretende dejar atrás los escándalos que han mancillado su nombre en los últimos años.
A través de una serie de controles se determinará el perfil hematológico y de orina de cada ciclista para, posteriormente, detectar posibles cambios bruscos que puedan responder al consumo de sustancias dopantes. A través de este instrumento, los gestores del ciclismo pretender detectar sustancias que escapan a los test actuales pero de las que existen indicios de su uso en el pelotón.
Las hormonas del crecimiento, diferentes tipos de EPO no detectables y todo un arsenal de medicinas consumidas a dosis pequeñas para no dar positivo, podrán ser desveladas a través del pasaporte, según se desprendió de los debates técnicos que tuvieron lugar en la cumbre antidopaje de París el lunes y martes pasados. A partir de enero próximo, todo ciclista que quiera participar en el Tour de Francia deberá someterse a los controles necesarios para la elaboración del 'pasaporte biológico', que en la temporada próxima tendrá carácter experimental. A esta novedad se unirá un incremento de los controles sanguíneos y urinarios dentro y fuera de la competición, lo que colocará al Tour de 2008 en lo más alto del podium de las ediciones más controladas.
Todo ello otorgará a la fiesta de presentación del Tour una dimensión que ya ha tenido en los últimos años, en los que los organizadores han puesto el acento en la lucha contra el dopaje mientras se sacaban de la manga un recorrido clásico. De lo poco que ha trascendido este año se sabe que la primera semana transcurrirá por la Francia occidental y que el pelotón pernoctará un día en tierras italianas, a buen seguro en el intervalo entre los Pirineos y los Alpes. Contador, que acaba de confirmar su compromiso con el Astana, donde llegará junto con el director holandés Johan Bruyneel, estará presente en la ceremonia que tendrá lugar en el Palacio de Congresos de París.
También tiene anunciada su visita Óscar Pereiro, que hace unos días se enfundó, con más de un año de retraso, el maillot amarillo que le acredita como vencedor del Tour de 2006, un mérito que se hizo realidad tras la definitiva eliminación de Landis, positivo por testosterona. Decenas de ciclistas y de directores de equipos tendrán la ocasión de decir lo que piensan de la nueva edición del Tour y, sobre todo, de las medidas adicionales con las que el deporte de la bicicleta pretende recuperar el crédito perdido a golpe de escándalos.