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El Tau asalta al CSKA en Moscú y consigue el pasaporte para la final de la Euroliga

El pabellón Olimpisky de Moscú ha visto caer al CSKA (78-85) ante un gran Tau Cerámica, que comandado por un increíble Macijauskas, ha firmado un partido para recordar con el que consigue el pase para la final de la Euroliga, en donde ya le espera el Maccabi Tel Aviv, que ha derrotado al Panathinaikos griego (91-82) en la otra semifinal. La cita, este domingo a las 16:40.

El pabellón Olimpisky de Moscú ha visto caer al CSKA (78-85) ante un gran Tau Cerámica, que comandado por un increíble Macijauskas, ha firmado un partido para recordar con el que consigue el pase para la final de la Euroliga, en donde ya le espera el Maccabi Tel Aviv, que ha derrotado al Panathinaikos griego (91-82) en la otra semifinal. La cita, este domingo a las 16:40.
L D (EFE) El Tau Vitoria ha quemado una etapa más en su constante ascensión hacia la cima del baloncesto europeo con una clasificación histórica para la final de la Euroliga ante el CSKA Moscú ruso, el gran favorito en todos los pronósticos, el anfitrión de la ronda decisiva, que cayó víctima de un grupo de valientes y de un entrenador, el serbio Dusko Ivanovic, que lo bordó.

Los vitorianos desconocen la palabra miedo. Lo han demostrado en el Olympiysky Arena, del equipo llamado a la gloria en esta Euroliga, el mismo que saltó al parqué con el impresionante registro de 53 victorias y una sola derrota en toda la temporada. Ahora son dos las derrotas, un registro que sigue deslumbrando, pero el finalista es el Tau.

Tanto es así que, si alguno sintió miedo en algún momento, ese fue el CSKA. Miedo de perder el tren hacia la gran final a las primeras de cambio porque los hombres dirigidos por el serbio Dusko Ivanovic le enseñaron los dientes en todo instante y ni siquiera le permitieron llegar al último esprint en condiciones de intentarlo.

Siete tantos en racha del lituano Arvidas Macijauskas dibujaron un inesperado 5-10 a los tres minutos de juego. Aún era pronto para hacer cábalas, pero cuando el hispano-argentino Luis Scola subió el 7-17 al luminoso dos minutos después las cosas cambiaron de aspecto. El Tau iba muy, pero que muy en serio. No iba a rendirse, todo lo contrario, iba a pecho descubierto, por ley, a jugar al baloncesto.

Por si había alguna duda al respecto, la renta vitoriana siguió en aumento (12-23 m.9) y eso que el árbitro griego Stavros Tsanidis sacaba de quicio al banquillo alavés. Ivanovic recibió una técnica por hacer comentarios desde la banda en las postrimerías del primer cuarto que resulta difícil justificar.

El Tau pasó página y se dedicó a jugar (17-25 m.10). La noche marchaba viento en popa y había que estar pendiente de la tormenta que el CSKA trataba de desatar. El ruso-estadounidense John Robert Holden la desencadenó en el segundo corte. Un parcial de 11-0 puso al conjunto ruso por delante (28-27 m.13) y propagó la sensación de que el sueno vitoriano tocaba a su fin. Sin embargo, no fue así.

El Tau soportó la embestida como un monolito. Ni pestañeó. Tan claro lo tenía que, a los tres minutos, mantenía el control del marcador (31-35) y jugaba sin un solo titular sobre la pista del Olympiysky Arena (Pablo Prigioni, Sergi Vidal, Roberto Gabini, Tiago Splitter y Andrew Betts).

El acercamiento ruso duró casi hasta el descanso y tampoco eso alteró al cuadro de Ivanovic. El intermedio interrumpió la semifinal con siete de ventaja para el Tau (40-47) y, además, cortó el ritmo al CSKA Moscú, que reanudó el encuentro muy despistado, o quizá muy confiado de sus posibilidades.

Por el motivo que fuera, la formación española volvió a salir del vestuario en racha y la rusa por debajo de lo esperado. El resultado, once de diferencia a favor de los baskonistas (40-51). Era demasiado. Los moscovitas aceleraron el paso, intensificaron la actividad defensiva y lograron equilibrar la balanza en el peor periodo español del choque (59-60 m.30).

La semifinal entraba, después de tres interesantísimas fases, en la batalla por la clasificación con los dos equipos en márgenes de vértigo. El Tau enseñaba heridas profundas. La cuarta personal de Scola (m.24) y del hispano-brasileño Tiago Splitter (m.26) daban qué pensar. Seis minutos antes de la bocina, Scola enfilaba el banco eliminado por personales.

Los aficionados del Maccabi israelí que estaban en la grada silbaron la señalización de esa falta. El Tau la asumió como un incidente más sin pararse a pensar en ella porque no merecía le pena. Lo importante consistía en tratar de ganar y con 62-65 sólo quedaba seguir intentándolo.

La efectividad del CSKA y del Tau llegados a ese instante había descendido varios enteros. Ninguno de los dos parecía querer darse la puntilla. Los tiros rozaban los aros a uno y otro lado del campo. Se sucedían los fallos hasta que el quinteto vitoriano, que nunca arrugó las muñecas, le pasó toda la presión al conjunto del serbio Dusan Ivkovic: 62-70 (m.37).

Un triple estratosférico de Macijauskas abrió la senda de la final definitivamente (64-73 m.38). Hasta el griego Demos Dikudis fallaba tiros libres en el apogeo del nerviosismo ruso. El Tau, después de cuatro derrotas consecutivas frente al CSKA -dos la temporada pasada y otras dos esta-, le pasaba factura. Se la cobró en el momento más doloroso, pero su pase es más que merecido. Es histórico y brillante.

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