Crónica del Real Madrid 94 - CSKA de Moscú 95
Una canasta dudosa de Theodoros Papalukas, apartada del aro por Pat Burke y concedida por el árbitro italiano Stefano Cazzaro, salvaba al CSKA en Vistalegre, donde el Madrid pudo haberse convertirse en el primer equipo en tumbar a los rusos desde hace diez meses. El conjunto de Maljkovic pisó el parqué sin miedo y de hecho jugó algunos de los mejores minutos de la Euroliga. Su primer cuarto sólido en defensa, rápido en la transición y acertado en el tiro exterior, sin concesiones a los lanzadores de la apisonadora roja ni a la intimidación de sus torres, esbozó una gran noche de baloncesto en el rectángulo madridista.
Antonis Fotsis sacó a relucir el talento que tantas veces esconde con una selección de tiro cerebral. Los nueve puntos del griego en el primer cuarto fueron vitales para que el Madrid pusiera al CSKA a diez puntos de distancia (19-9 m.6). Pero el equipo de Dusan Ivkovic es un pozo sin fondo de recursos tácticos y, sobre todo, de material humano. Marcus Brown, que venía de firmar dobles figuras en 15 de los 16 anteriores encuentros, replicó a la tanda de Fotsis desde el arco de triples y con los pies clavados frente a la línea de tiros libres. El escolta devolvió, uno por uno, los nueve puntos del griego y el CSKA volvió a la estela del Madrid tras cerrar la apertura con 26-21.
Los blancos habían pagado la afrenta al todopoderoso plantel ruso en forma de faltas personales. Algo lógico en una contienda entre los dos mejores reboteadores de la Euroliga, en especial cuando uno de ellos, el bloque español, necesitaba la velocidad para poder abrir la matrjeshka, la muñeca rusa de los moscovitas. El Madrid había aprendido una lección realmente valioso: si corría, el CSKA era vulnerable. Eso si, Ivkovic terminó por conectar la base de un gran equipo, un hombre pequeño -Brown-, un alero -el estadounidense Antonio Granger- y un pívot -el danés David Andersen- y a los doce minutos el marcador sonreía a los visitantes (26-28). El resto del segundo cuarto discurrió igualado. Fue una buena pista americana para el Madrid, que aguantó el asedio ruso a golpe de zonas en defensa y lógica ante el aro rival, donde supo mantener la calma en los ataques posicionales. El temido paseo del CSKA no llegaba.
El mérito madrileño multiplicaba su valor por el hecho de resistir sin Felipe Reyes, el mejor reboteador del equipo, lesionado en la víspera. Incluso creció en el tercer periodo porque los rusos desencadenaron la oleada que querían para hacerse con las riendas del choque sin previo aviso y el Madrid, de nuevo, no sólo resistió la embestida, sino que empezó a preocupar muy seriamente a los rusos ante la posibilidad de interrumpir la impresionante racha de victorias acumulada en los diez últimos meses (cuarenta triunfos seguidos). Los 21 puntos encajados por el Barcelona en la visita del CSKA al Palau sonaban a algo lejano. Un triple de Alberto Herreros azuzó la fe blanca en el milagro. A diez minutos del final, el Madrid se había ganado el derecho a soñar (68-67). El equipo de Ivkovic, sin perder la compostura, miraba al último tramo con cara de circunstancias. La tensión de ambos quintetos paralizó el marcador durante los cuatro primeros minutos del corte decisivo (70-71).
El Madrid desaprovechó en esa fase una gran ocasión de hurgar en los nervios moscovitas. A Elmer Bennett le dio lo mismo. El estadounidense se lanzó a por el partido cuando más encogidas aparecían las muñecas. De sus manos salieron puntos y pases de oro, pero el CSKA salía a flote una y otra vez (79-79 m.38). El combate entre las dos líneas exteriores echaba fuego a esas alturas, sobre todo entre Brown y Bennett, así que surgió Louis Bullock para poner el tanteador en 82-81 con algo más de cincuenta segundos en el crono. La reacción, inmediata, a cargo de Granger, que sólo anotó triples. El sexto de su cuenta colocó al CSKA a dos puntos (82-84). Bennett erró el triple en el siguiente ataque y el Madrid tuvo que hacer falta sobre Demos Dikudis, que falló los dos tiros libres.
A ocho segundos volvió a levantarse Bullock desde el arco. Tampoco acertó. El Madrid vio entonces un nuevo rayo de esperanza. Fotsis tenía dos tiros libres para empatar con ocho segundos de reloj por delante. El griego coló el primero, pero no el segundo. El partido, sin embargo, No había terminado. Antonio Bueno se hizo con el rebote y el Madrid logró un saque de banda. Dikudis repitió falta sobre Fotsis, que desaprovechó al gran ocasión de tumbar al CSKA. Un tiro dentro y a la prórroga (84-84). El CSKA cogió la delantera en el tiempo añadido. Después de todo, con poco menos de dos minutos, Maljkovic dio entrada a Herreros para jugarse el todo por el todo (92-92, m.44). Andersen desplegó toda su potencia interior en esos cinco minutos y, en el último suspiro, llegó la canasta de la polémica.
Crónica del Scavolini de Pesaro 71 - Barcelona 70
Manolo Flores ha perdido su primer partido desde que sustituyó a Joan Montes al frente del Barcelona y lo ha hecho ante un Scavolini de Pesaro que fue mejor en los momentos decisivos, porque el marcador estaba equilibrado (70-70), a sólo cincuenta segundos del final. El problema es que ninguna de las estrellas del Barcelona, especialmente Dejan Bodiroga, al que buscaban sus compañeros en esos momentos decisivos, fue capaz de anotar en alguno de esos dos ataques y el lanzamiento final de Juan Carlos Navarro era una lotería que esta vez no tocó.
Independientemente del resultado, los barcelonistas dejaron bastante claro que jugador por jugador son superiores al Scavolini y así lo demostraron en la primera mitad, pero en la segunda parte evidenciaron su fragilidad mental y pusieron en serio peligro con la derrota sus opciones de pasar de ronda en la Euroliga. Manolo Flores sorprendió además con unas rotaciones poco habituales, en las que Bodiroga, Navarro o Gregor Fucka, las referencias de la plantilla azulgrana, pasaron mucho rato en el banquillo, incluidos momentos cruciales del partido. Por lo que se refiere a esa primera mitad de superioridad barcelonista, Fucka fue quien puso por primera vez a los suyos por delante (6-7, min.4).
A partir de ese instante, los barcelonistas estuvieron siempre en ventaja hasta el descanso con diferencias que, en el primer cuarto, llegaron a los siete puntos (10-17 y 12-19) gracias a una defensa individual sin fisuras que forzó los constantes errores en ataque del Scavolini. Esa cómoda situación para el Barcelona no varió inicialmente en el segundo periodo, en el que los azulgrana abrieron una brecha de ocho puntos en los minutos quince y dieciséis (18-26 y 20-28). Ni a Smith ni al resto de sus compañeros de perímetro les entraba un solo tiro y Manolo Flores pensó que una zona le conduciría rápidamente a la victoria, pero el Scavolini encontró la forma de romper ese sistema defensivo y se puso a un sólo punto (27-28, min.19).
Esas fueron las diferencias al descanso (32-33), con lo que el Barcelona se fue al vestuario con ventaja, pero el panorama cambió por completo en la segunda mitad, en la que despertó el conjunto italiano igualó primero (37-37, min.22) para adelantarse posteriormente hasta que, tras un parcial de 9-2 liderado por un reaparecido Smith, llegó una máxima a su favor de nueve puntos (50-41, min.27). El Barcelona estaba tocado, pero apareció entonces la figura de Devin Davis, máximo anotador barcelonista con diecisiete puntos, para mantener a los suyos dentro del partido. Un parcial de 1-7 en el último cuarto, con Davis asumiendo todo el protagonismo, redujo las diferencias a sólo dos puntos (61-59, min.34).
Llegó entonces la cuarta falta personal del pívot estadounidense, pero el Barcelona apretó a su rival hasta forzar ese empate a setenta a cincuenta segundos del final. Frosini puso el 71-70, el Barcelona falló su ataque, Smith erró por completo desde la línea de tiros libres y los azulgrana desperdiciaron una nueva posesión que acabó en lucha y en tiro forzado de Navarro para acabar con los sueños de Manolo Flores, tras los triunfos con los que se había estrenado ante el Real Madrid y el Adecco Estudiantes.