(Libertad Digital) El Barcelona, siendo el más goleador, el menos goleado y estando invicto en casa, se ha quedado sin la Liga. De nada le ha valido apabullar a un Nástic de Tarragona que no puso nada de su parte para discutirle la victoria. Durante más de una hora el vigente campeón revalidaba su título por tercer año consecutivo. Sin embargo no dependía de sí mismo. Tenía que perder el Real Madrid -y lo estaba haciendo-, pero el Mallorca acabaría desmoronándose ante la gran pegada blanca.
Exactamente, el Barcelona ha sido campeón hasta el minuto 79 del partido del Real Madrid, cuando Diarra -que removió Roma con Santiago y dejó con un palmo en las narices al pueblo maliense para estar esta noche aquí- remató un córner que entró llorando en la portería de Moyá. Era otra noche épica. Sin el pichichi Van Nistelrooy y sin el héroe Beckham, lesionados, los jóvenes asumieron los galones. Ahí estaba Higuaín, el sustituto del holandés. Cada vez que le dejaron tocar pelota fue para crear peligro. De sus botas nació la asistencia para el gol de Reyes, otro ninguneado en muchas ocasiones, pero que esta noche cerró muchas bocas. El éxtasis llegaría después con el tanto de Diarra, que deshacía el empate y traía de vuelta la Liga desde Tarragona. El segundo tanto de Reyes -y tercero de los blancos- fue la rúbrica perfecta para el trigésimo título liguero del Real Madrid. Roberto Carlos y Beckham no ha podido tener mejor despedida de esta ciudad y de este equipo.
Inútil goleada azulgrana y derrota del Sevilla
El Barcelona cumplió como le era debido y saboreó la tercera Liga consecutiva. Antes del descanso, era campeón con los tantos de Puyol, Messi y Ronaldinho. Messi hizo el cuarto nada más volver de los vestuarios, Grahn hizo el de la honra y Zambrotta, ya sin opciones de título, hizo un quinto inútil. Hubieran dado igual cinco, seis u ochenta. La victoria del Madrid invalidó esta goleada.
El Villarreal borró de la pelea por el título al Sevilla gracias a un gol de Fuentes a los cinco minutos de la reanudación tras el descanso. El submarino amarillo ha sido un torpedo en la recta final de la temporada y se ha adueñado, con total merecimiento, de un puesto en la UEFA. Le va a acompañar el Zaragoza, que sufrió de lo lindo ante el Recreativo en Huelva. Los andaluces fueron por delante en el marcador desde el minuto cinco con un tempranero tanto de Javi Guerrero. Este resultado daba alas a un Atlético que, además, vencía a Osasuna en un gran encuentro. Sin embargo, a un cuarto de hora para el final, Diego Milito hacía un merecido tanto que daba un punto a los maños. Era suficiente para estar en la UEFA y dejar al Atlético en el limbo de la Intertoto.
Los rojiblancos hicieron los deberes, pero los entregaron tarde. Maxi se recuperó demasiado tarde de su lesión. El Atlético ya había perdido mucho terreno. Este domingo volvió a marcar -abrió la cuenta-, pero Osasuna, por medio de Milosevic, empujaba hacia atrás los sueños de los del Manzanares que, sin embargo, tendrían de cara la suerte, pues Monreal, en el minuto 52, se hizo en su portería el segundo del Atlético. Pero todos estaban pendientes de lo que pasaba en Huelva, donde se cumplieron los peores pronósticos. Tampoco llegó un gol del Sevilla, que hubiera echado al Villarreal y metido al Atlético.
Frentes abiertos
Se abren ahora muchos frentes. El primero de ellos es si Ramón Calderón dará marcha atrás y mantendrá a Capello en su puesto. El objetivo mínimo se ha cumplido y el italiano quiere quedarse, a no ser que le pongan un suculento cheque delante.
Pero es una duda ínfima comparada con lo que deben replantearse en Barcelona. Han cumplido un ciclo. De seis títulos, sólo han conseguido uno menor: la Supercopa de España al principio del curso. Hombres como Ronaldinho, Deco o Eto’o, vacas sagradas, están en el disparadero. Ofertas no faltan. Sin embargo, la sorpresa puede llegar si Rijkaard decide abandonar el barco. Su equipo no ha demostrado capacidad de reacción cuando los rivales se aprendieron el libreto y el vestuario acabó yéndosele de las manos. Una salida del holandés no sería de extrañar, aunque la reforma ha de ser más profunda para retomar el buen camino.