El otro día leí un interesantísimo artículo de mi amigo Roberto Palomar en el diario Marca... con el que no estoy demasiado de acuerdo. Si tus amigos, querido Roberto, te preguntan de qué equipo eres es por la sencilla razón de que, salvo rarísimas excepciones, los periodistas deportivos somos de algún equipo. Esto es: nuestros lectores, oyentes o telespectadores nos han calado y nos colocan, mal que nos pese, delante de un espejo del que huímos despavoridos porque nos asusta la imagen que nos devuelve. Batallo desde hace años contra la perversa idea de que "periodismo deportivo" es en España todo aquello que ataque desaforadamente, y en ocasiones hasta el paroxismo del odio, al Real Madrid, y concluyo que esta actitud contra el mejor club deportivo de la historia, del que deberíamos sentirnos sumamente orgullosos y que nos nutre profesionalmente hablando de información y opinión a raudales, sólo puede nacer, crecer y reproducirse en un entorno tan viciado como el nuestro, una burbuja en la que los antimadridistas que ejercen el periodismo deportivo con las camisetas de sus respectivos equipos puestas se sienten a sus anchas al ser considerados "periodistas serios", en detrimento de aquellos periodistas menos serios que combatimos, yo creo que con argumentos sólidos, todas y cada una de las memeces que los "anti" van soltando por ahí.
Tomemos como ejemplo a Zinedine Zidane y lo que periodistas teóricamente serios de los que, al parecer, yo debería aprender muchísimo, dijeron en su día del entrenador francés cuando Florentino Pérez tuvo la brillante idea (porque a la vista está que fue brillante, aunque no se le reconozca) de elegirlo para el puesto de entrenador del Real Madrid. Ayer se supo extraoficialmente que Zidane había renovado con el Real Madrid por tres temporadas más, concretamente hasta el año 2020. No encuentro en la prensa deportiva española, ni en la seria ni en la otra, ni un solo reproche a la decisión de ratificar al entrenador francés en su puesto, y esto es probablemente debido a que, como nuestro periodismo deportivo es esencialmente ventajista y resultadista (a Mourinho le siguen llamando, despectivamente, "el semifinalista"), no hay ser humano capaz de sostener con un mínimo de credibilidad que sea malo ampliar el contrato de un caballero que ha ganado dos Champions, dos Supercopas europeas, una Liga y un Mundial de clubes en un año y siete meses.
En agosto de 2017, y a la sombra de la sombrilla de estos seis títulos, el periodismo deportivo serio, objetivo y noble, el periodismo deportivo del que uno debe fiarse en contraposición al periodismo bufandero, se repliega y se esconde esperando días mejores, que coincidirán muy probablemente con los malos días del Real Madrid, pero... ¿qué dijo este periodismo del nombramiento de Zidane allá por enero de 2016?... Probablemente para pegarle una patada en el culo a Florentino Pérez, de Zidane se dijeron y se escribieron cosas espantosas y sin ningún criterio. De Zidane se dijo que era un parche, de Zidane se dijo que era una marioneta, de Zidane llegó a decirse (en concreto Santiago Segurola, que pasa por ser un "pope") que tenía un pasado deportivo sospechoso, incluso que había descendido al Castilla; esto es: el periodismo deportivo fetén agredió gratuitamente, insultó pasándose por el forro las más elementales normas deontológicas y humilló sin freno a una de las diez personalidades más influyentes del mundo del fútbol en el último medio siglo.
Yo respetaría mínimamente a todos estos señores que se dedican a esto del periodismo si hoy, ahora mismo, en este preciso momento, nada más haberse conocido que el Real Madrid ha llegado a un acuerdo con Zidane para que siga en el banquillo hasta 2020, pidieran perdón por sus permanentes chifladuras. Es más, respetaría aún más su "periodismo serio" si, lejos de pedirle perdón a Zidane, sostuvieran sus mismas agresiones con idéntica contundencia una vez que el francés se ha convertido en un tiempo record en el entrenador más exitoso del mundo. Pero no, mi gozo en un pozo: el periodismo serio anda escondido y escocido, al acecho, esperando a que la marioneta convertida en un parche de pasado deportivo sospechoso tropiece, resbale, caiga, encadene tres derrotas seguidas. Yo no pertenezco a esa especie de modo, señores míos, que si ustedes no quieren llamarme a mí periodista para llamárselo "a eso", a vivir que son dos días y uno se pasa lloviendo.