Ya he contado muchas veces aquella preciosa anécdota que protagonizaron en su día Bill Shankly y Tom Smith, entrenador y jugador del Liverpool respectivamente. Smith trataba de convencer a Shankly de que su rodilla estaba maltrecha y que no podía seguir ni un minuto más sobre el terreno de juego. Shankly le dijo entonces lo siguiente: "¡Quítate ese vendaje! ¡Esa rodilla no es tuya, esa rodilla es propiedad exclusiva del Liverpool!". En otra ocasión, y después de retirarse medio groggy tras haber recibido un fuerte golpe en la cabeza, Pelé se fue, haciendo eses, hacia el banquillo. Alguien debió decirle al entrenador que, fruto del golpe recibido, el astro ni siquiera lograba recordar su nombre. Su respuesta fue esta: "¡Pues díganle que se llama Pelé y que vuelva inmediatamente al campo!".
Pero hoy la situación ha cambiado mucho. Tanto que, desde que el fútbol es más un negocio que un deporte, el jugador es el auténtico y genuino rey del mambo. Hoy un personaje como Shankly no tendría ningún futuro, y a aquel entrenador que le dijo aquello a Pelé le habrían cesado en el descanso del partido para poner a otro en su lugar. Valdano lo definía así: "Es tan extraño este trabajo que yo, que soy el director general deportivo, cobro menos dinero que el entrenador, y éste cobra menos dinero que los jugadores a los que dirige". Es cierto. El público paga por verles a ellos, sólo a ellos. De ahí que los dueños de los clubes quieran tenerles en palmitas. Y, tratándose de una competición como un Mundial que se gana o se pierde sólo en un mes, se tiene en cuenta hasta el último detalle, incluso el más insignificante.
Hasta la concentración de la selección española de fútbol acaba de llegar el profesor de la Universidad de Boston Leonard Zaichowsky. Zaichowsky ha trabajado con los Boston Celtics y con los Calgary Flames. Es uno de esos "trabajadores de la mente" que Luis ha querido incorporar a su equipo de trabajo. De entrada hay una cuestión que me mosquea: ni Zaichowsky ni ninguno de sus subalternos concede entrevistas absolutamente a nadie. ¿Pero su trabajo no consiste precisamente en hablar con la gente? ¿O es que son como Dinio y sólo hablan cobrando? Yo creo que el mejor psicólogo de España es Luis. El seleccionador, que hoy ha contado la anécdota de un amigo suyo japonés que es sexador de pollos, se está comiendo el Mundial con patatas. Si los Cesc, Xavi, Casillas o Puyol no tienen suficiente con las charlas de Luis y la Federación tiene que traerse a un tío desde Boston para que les convenza de que pueden ganar el Mundial, bienvenido sea si luego se elimina a Francia. Ahora bien, si caemos ante los bleus la charla habrá que echársela al tal Zaichowsky.