Más de 24 horas después del clásico, sigo teniendo la profunda convicción, un sentimiento que he de confesar que indigna a muchas de las personas sensatas que me rodean y que me han testimoniado en infinidad de ocasiones su cariño, de que José Mourinho es el mejor entrenador que puede tener el Real Madrid, uno de los dos o tres mejores técnicos de la actualidad y probablemente uno de los diez o quince mejores entrenadores de todos los tiempos. Creía en Mourinho el sábado a las diez menos cuarto de la noche, seguía creyendo en Mourinho el domingo nada más acabar el partido contra el Barcelona y hoy, que ya es lunes 12, creo que Mourinho fue en su día la mejor elección de largo y es también una opción mejor que cualquier otra que pueda ofrecérsele en estos momentos al club blanco. Y no, no soy Eladio Paramés.
Del mismo modo, sigo teniendo la absoluta seguridad de que las diferentes versiones del antimadridismo (el Madelman profundísimo analista deportivo y gran conocedor de porcentajes, el Madelman oráculo y visionario de terremotos, el Madelman detentador de los eternos valores merengues, el Madelman culé furioso...) se ha tomado como una cuestión personal talar cueste lo que cueste este roble de Setúbal y va a emplear para ello el tiempo, el dinero y las sierras mecánicas que sean menester. Lo que yo digo es que el sábado este Barcelona, que pasa por ser el mejor de la historia, volvió a ser superior a este Real Madrid, que no siendo el mejor de la historia está igualado a puntos con él en lo más alto de la clasificación con un partido menos disputado. Y lo que yo digo es que absolutamente nadie recordará el 1-3 si, al final, el equipo consigue la Liga o la Champions o ambas.
Es indiscutible que el objetivo ha sido siempre volar la Casa Blanca y para eso se ha ido directamente al despacho oval: a por Florentino Pérez y a por José Mourinho. Pero, ya enfrascados en el safari y pese a que se ha pagado por matar a un elefante, si pasa de repente por delante un león tampoco se le va a hacer de menos: el león es Cristiano Ronaldo. Lo que yo digo es que Cristiano estuvo desastroso el sábado como, por otro lado, lo estuvieron todos y cada uno de sus compañeros a excepción de Benzema, Iker y Lass. Y lo que yo digo es que dudar a estas alturas de la película, cuando todos sabemos ya que el asesino es el Madelman profundísimo analista deportivo y gran conocedor de porcentajes, de un futbolista como Ronaldo es para hacérselo mirar. Yo no lo haría, forastero. Aunque, claro, cada cual es cada cual...