Ayer escuché a Miquel Corominas en Goles. Si yo acabara de llegar de K-Pax, el lejanísimo y ocultísimo planeta de Prot, y lo primero que hubiera hecho nada más aterrizar en la Tierra hubiera sido sintonizar el programa de mi admirado Pedro Pablo Parrado, no les quepa a ustedes la menor duda de que habría creído a pies juntillas que estaba escuchando a uno de los padres fundadores del Real Madrid Club de Fútbol: Marcelo era el mejor lateral del mundo, Pepe el mejor defensa central, Casillas el hijo que le hubiera gustado tener y el Madrid un ejemplo de superación. Si yo hubiera sido Prot le habría preguntado a Corominas: "¿Qué número de carnet de socio del Madrid tiene usted?"... Pero no soy Prot y sé que Miquel jugó doce temporadas en el Fútbol Club Barcelona; ni una, ni dos, ni seis, ni diez: doce. ¿Entonces?... ¿A qué tantas alabanzas?...
La táctica del barcelonismo es de manual y no engaña a nadie. El objetivo de los culés, Corominas incluído por supuesto, es aislar mediáticamente a José Mourinho. Marcelo es el mejor lateral del mundo... pero Mourinho le excita demasiado y sale al campo con la motosierra; Pepe es un central fantástico... pero Mourinho le hipnotiza y le convierte en un desequilibrado que colecciona tobillos ajenos rotos; Casillas es un buen chico, noble, honrado y trabajador... pero de repente Mourinho le ha convertido en un tío negativo que dice tacos, masca chicle, suelta eructos y se hurga la nariz. El barcelonismo intenta colocar entre los ingénuos la teoría de que todos los males del Real Madrid se reducen a Mourinho. ¿Por qué?... Porque todos los males del Barcelona se reducen a Mourinho.
Entiendo que a Corominas, o a Zubizarreta que acaba de decir que no vio nada igual a lo del otro día obviando sin ir más lejos el lamentable espectáculo de la cabeza de cochinillo voladora, les duela y les preocupe Mourinho. El problema es que el calabobos haga de las suyas entre los propios madridistas. El objetivo, insisto, consiste en aislar mediáticamente a Mourinho, golpearle el hígado hasta que se quede sin aire, tratar de encerrarle contra las cuerdas para que, harto, arroje la toalla. Al barcelonismo le gustaría más un entrenador del perfil de Pellegrini, satisfechísimo por haber quedado segundo. Yo he visto muchas cosas en el fútbol, Andoni: he visto, por ejemplo, a un jugador pisando a un árbitro y a su afición jaleándole; aún hoy, y mira que han pasado años, el agresor continúa siendo uno de los delanteros preferidos de la parroquia culé. ¿Sabes quién defendía la portería del Barcelona por aquel entonces?... Que no hombre, que no, que yo no he venido de K-Pax.