No es cuestión de claridad u oscuridad, no. La cuestión es que Ramón Calderón imantó el voto de los socios fundamentalmente con dos nombres: el entrenador italiano Fabio Capello y el jugador brasileño Ricardo Izecson dos Santos Leite, conocido futbolísticamente como "Kaká". El nuevo presidente del Real Madrid asegura ahora que los fichajes de Cesc y Robben, dos fenomenales peloteros, están más claros que el de Kaká, pero no fue eso lo que dijo en las elecciones. Calderón no dijo "traeré a Capello, Cesc y Robben, y veré si puedo traer también a Kaká" sino que afirmó –y reiteró ayer a lo largo de su amplio peregrinar mediático– que traería a Capello y a Kaká. No es, pues, cuestión del claroscuro porque, en ese caso, los socios del Madrid habrían votado a los herederos de Rembrandt, que ese sí que era un auténtico maestro a la hora de rayar en la pintura mojada y utilizar el plomo blanco. Es cuestión, señor Calderón, de claro y de más claro todavía. Y si usted lo tuviera ahora oscuro de repente, después de haberse asegurado la presidencia prometiendo el fichaje de Kaká, los socios harían bien en demandárselo y exigirle su dimisión.
Estoy adelantando acontecimientos. Espero que Kaká vista de blanco rápidamente. Y convendría que centráramos un poquito el tema. El tema no es el precio del jugador, ni tampoco si es o no es necesario, ni siquiera si le necesita o no le necesita Capello. El tema no es tampoco si Kaká firmó o no firmó un papelito, o si se comprometió con el nuevo presidente a venir o pagar en su defecto una cantidad de dinero. Florentino Pérez dijo que Figo jugaría en el Madrid "o de lo contrario...", pero Calderón no dijo nada de eso. Ni tenemos que ser los demás quienes le hagamos las cuentas a Pedja Mijatovic, el héroe de la séptima ("si pagan 50 millones de euros por Kaká, ¿cómo podrán traer a Diarrá?"). El tema es que Calderón prometió que Kaká jugaría en el Real Madrid y, exactamente igual que sucede con Luis Aragonés, ahora llega Paco con las rebajas. Pónganse ustedes las pilas si no quieren que los socios se tiren cuatro años preguntándoles "¿y Kaká qué, Kaká qué, Kaká qué?"...