De José Mourinho se podrá decir lo que se quiera salvo que aterrizó en el Real Madrid con ínfulas de vicetiple y pidiéndole imposibles al club; de hecho, el portugués tiró desde un primer momento por Kolarov, Maicon y Gerrard, y al final acabaron trayéndole a Khedira, Canales y Pedro León, casi, casi lo contrario. Mou se adaptó al medio, supo ser permeable, se plegó en aras del interés general y admitió que otros ficharan en su nombre: venía de ganarlo todo con el Inter de Milán después de ganarlo casi todo con el Chelsea y todo con el Oporto, y sin embargo se comportó como un Pellegrini de la vida. También es posible que el portugués, que pidió un goleador en cuanto Raúl fue "baja por profesionalidad", se esté armando de paciencia y de argumentos ante Florentino Pérez, que es quien manda, y pensando ya en la temporada que viene.
Float like a butterfly sting like a bee, "flotar como una mariposa, picar como una abeja". Esta es la frase de Muhammad Ali que tengo ahora como fondo de pantalla en mi ordenador, y es también, por cierto, lo que necesita como el comer el Madrid. Y Mourinho, que a quien quería de verdad era a Hugo Almeida, parece haberse quitado adrede de enmedio del casting de delanteros que han puesto en marcha Valdano y Pardeza. Porque lo cierto y verdad es que, parafraseando a César Luis Menotti, en este armario merengue uno se puede encontrar diez chaquetas pero ninguna corbata, de ahí que el portugués dijera el otro día que Arsene Wenger contaba con cinco goleadores en el Arsenal mientras que él tenía aquí cinco defensas centrales. Mouriñés a tope.
Sonaron Szalai y Rodrigo, que conocen de algo la casa, y Adebayor y Klose, que no la conocen de nada, y sólo una negativa del Hamburgo podría impedir, que también es posible, que regrese al Madrid el señor Van Nistelrooy, el hombre que deslizaba el balón hacia el gol como si cerrase la portezuela de un Rolls Royce. Valdeza ha debido pensar que, ya puestos, lo mejor es que venga aquí uno a quien no haya que explicarle nada, que llegue de casita con la lección bien aprendida y que no necesite un embarazo de aclimatación. Sería interesante conocer (y digo interesante que no relevante) el punto de vista de Benzema: al francés podrían meterle en el mismo acuario a un viejo tiburón blanco, un escualo arponeado en mil batallas y con los ojos inyectados en sangre. No seré yo quien dude del Ruud de 34 años porque el de 30 me grapó la boca. Karim no tiene hambre y a lo de Van Nistelrooy bien podría llamársele gula. De lo de Raúl ni hablo...