Estamos en plena fiesta nacional de despedida a Andrés Iniesta, uno de los pocos futbolistas que, al menos en nuestro país, que es bastante cainita, congrega el respeto casi unánime de todos los aficionados, independientemente del equipo en el que militen. Y digo "casi" porque a Iniesta, y ya se lo afeé por aquí, le faltó dar ese pequeño paso para él pero que habría sido enorme para España si, en unos momentos especialmente delicados para la nación, se hubiera posicionado del lado de la legalidad, la Constitución y el estado de Derecho. Bien al contrario, Andrés se puso de perfil y, adaptándolo, hizo suyo el grito rajoyesco y dijo eso de "¡Viva mi vino!"... Nos contentaremos con pensar que nadie es perfecto, tampoco el pluscuamperfecto Iniesta, y que no hay más que echarle un rápido vistazo a las películas de la tele del sábado por la tarde para llegar a la conclusión de que uno nunca debe fiarse de alguien que lo hace todo bien.
Emilio Butragueño, que es otro Andrés Iniesta, no tuvo una despedida ni siquiera similar a la que está teniendo el fuentealbillano, y es posible que eso tenga que ver con el gol que el futbolista del Barça marcó en la final del Mundial de Sudáfrica. Todo el mundo, y también el director de Relaciones Institucionales del Real Madrid, se queda con ese gol, un gol que supuso un campeonato del mundo de selecciones, de ahí el consenso casi absoluto que concita la figura de Iniesta. Además, el Buitre dijo que Iniesta siempre había sido respetuoso con el Real Madrid, cuestión ésta que, en los tiempos que corren, es un indudable punto a su favor puesto que cualquier sansirolé se levanta por la mañana creyéndose con el derecho de arremeter contra el mejor club deportivo de la historia por cualquier cosa, ya sea la gestión deportiva de Zidane, la ejecutiva de Florentino, el rendimiento de tal o cual jugador... o todo junto.
Efectivamente, y exclusivamente en lo que al respeto hacia el Real Madrid se refiere puesto que, como ya ha podido comprobarse, en la defensa de la nación Iniesta falló el gol a portería vacía, Andrés ha representado justo todo lo contrario que Guardiola y Xavi en su día o Piqué en la actualidad. Pero estoy convencido de que un culé se deja representar con más tranquilidad por el trío de la bencina anteriormente citado que por el humilde a la par que poco locuaz futbolista y empresario vitivinícola albaceteño. Se me haría raro, casi imposible en realidad, ver a Butragueño en un homenaje a Piqué, por ejemplo, pero con Iniesta todo es posible, incluso es posible que se olvide que se larga únicamente por una cuestión de dinero cuando, y a sus últimas actuaciones me remito, está en plena forma. Todos juntos: "¡Viva el Minuto 116 tinto y blanco!"...