Guardiola afeó ayer severamente su conducta a aquellos medios de comunicación que se dedican a realizar quinielas con los posibles sustitutos de Samuel Eto'o de cara a la temporada entrante: Villa, 1, Torres, X, Ribéry, 2. Veintitrés goles en Liga después, el entrenador del Barcelona pide respeto para la trayectoria del delantero camerunés, quizás la misma clase de respeto que él no tuvo cuando, de buenas a primeras, aseguró el 14 de julio de 2008 lo siguiente: "digo lo mismo que dije. Son jugadores con los que no contamos, pero si al final se quedan serán bienvenidos". Es lógico que un entrenador, y más uno que llega por primera vez a un equipo, venga con ideas nuevas y con jugadores diferentes en la cabeza, pero el mensaje de Guardiola no pudo ser más irrespetuoso con Eto'o, Ronaldinho y Deco puesto que no se limitó a decir que no contaba con ellos sino que dejó entrever ("si al final se quedan serán bienvenidos") que si nadie les quería el Barcelona estaba dispuesto a convertirse en una ONG futbolística, una especie de Hogar del Jubilado Culé.
Guardiola, por cierto, nunca pidió perdón por aquello. Un mes después de sus declaraciones condenatorias simplemente se levantó de la cama, se duchó, desayunó y cambió de opinión: "dije lo que dije, pero también dije que si se quedaba aquí sería tratado con justicia. Forma parte de mi trabajo tomar decisiones y ahora decido que Eto'o sigue con nosotros". Aquello no debió sentar nada bien a Samuel, conocido por su carácter templado, equilibrado y tranquilo, de ahí que, veintitrés goles en Liga después, afirmara en una entrevista concedida a Sportweek que su corazón estaba en Mallorca y que en la actualidad trabajaba para el Barça, para añadir a continuación: "eso es todo". Pero eso no era en absoluto todo y, tras dejar aquella "bomba" en la revista francesa, nos pusimos a cavilar acerca de la intencionalidad de aquellas palabras pronunciadas por el camerunés: estaba pasándole factura al club. Lógico.
Que ahora venga el entrenador del Barcelona pidiendo respeto para Eto'o es como si el lobo feroz pidiera respeto para Caperucita Roja. Por supuesto que Guardiola no puede controlar "lo que se publica o lo que se dice", pero sí pudo haber controlado lo que él mismo dijo en el verano del año pasado acerca de su delantero centro titular. Parafraseándole, ahí "la cagó". De forma que con los antecedentes que tiene el entrenador culé ("dije lo que dije y ahora decido que Eto'o siga con nosotros") y los que tiene Eto'o, ("Mi decisión ya está tomada pero ahora no puedo decir nada") me extraña que los colegas de la prensa deportiva catalana hayan tardado tanto tiempo en ponerse manos a la obra a rellenar las casillas: Villa, 1, Torres, X, Ribéry, 2. La quiniela le viene mal ahora a Guardiola, pero algún día se dará cuenta de que el mundo no gira alrededor de lo que a él le viene mal o le viene bien.