Si el mejor partido de Cristiano en el Real Madrid, y ha habido muchos a lo largo de estas siete temporadas, fue el de vuelta de la Champions League contra el Wolfsburgo en el estadio Santiago Bernabéu, el más redondo de Bale ha sido el del sábado en Vallecas contra el Rayo. En el primer caso, el Madrid tenía que remontar en noventa minutos un 2-0 en contra si no quería quedar apeado de la Copa de Europa mientras que en el segundo estaba obligado a remontar en setenta y cinco minutos otro 2-0 si no quería quedarse definitivamente fuera de la quiniela de la Liga. A Cristiano ya le habíamos visto antes en el papel de líder pero Gareth Bale nos descubrió un registro diferente tomando las riendas del equipo, marcando dos golazos, asistiendo de todas las formas posibles, defendiendo y arengando a los suyos.
Bale, que es muy british, respeta los tiempos y el escalafón. Sabe que, por edad, llegará inevitablemente el día que le tocará ascender a lo más alto, y es consciente de que en la plantilla hay dos Generales, que son Ramos y el propio Cristiano. Cuando ellos dos están sobre el campo, Bale da inconscientemente un pasito hacia atrás y adopta un papel más secundario. Lo que hizo el galés este sábado, en un partido que se puso complicadísimo demasiado pronto y en el que no estuvieron esos dos Generales, fue reclamar para sí el rango de Teniente General; lo hizo sin alharacas y sin soberbia, de un modo absolutamente natural, sin estridencia; lo hizo como se suelen hacerse estas cosas en el fútbol, o sea marcando goles, pidiéndola, defendiendo, corriendo y contagiando al resto de jugadores la necesidad de arrancar como fuera los tres puntos de Vallecas.
Bale, y no descubro nada, es mi jugador preferido de la plantilla del Real Madrid. Lo es, claro, por su fútbol, por su forma de interpretar el juego, por esas características únicas que le convierten en un expreso y porque me entretiene mucho verle en acción, me lo paso pipa. Y lo es también precisamente por todo aquello que los enemigos del Real Madrid convierten en una parodia, utilizándolo contra él: Bale es mi jugador preferido porque se casó con su novia de toda la vida, con la que acaba de tener su segunda hija, porque va del entrenamiento a casa y de casa al entrenamiento, porque le gusta entrenar y porque no se mete en líos. El sábado, tras marcar el 2-1, se fue con rabia a por el balón, lo agarró y salió corriendo hacia el centro del campo gritando en español un alto y claro "¡vamos!"... Por mi parte, ese "¡vamos!" es la única palabra de mi idioma que me interesa que conozca, las demas puede ahorrárselas desde ahora y hasta que, dentro de muchos años, se vaya del Real Madrid. Por otro lado, ¡para lo que hay que oír!...