La Liga de Fútbol Profesional remitió ayer al Comité de Competición y a la Comisión Antiviolencia su habitual escrito de denuncia. En este último recoge lo sucedido en los partidos Español-Barcelona y Atlético de Madrid-Valencia de la Liga Santander y en el Oviedo-Sporting de Gijón de la Liga 1,2,3; del segundo partido, del Atlético-Valencia, se dice que cuando el jugador visitante dorsal número 10, Parejo, iba a realizar un saque de esquina desde el córner más cercano al fondo sur, unos 2.000 aficionados entonaron en forma coral y coordinada el cántico "Parejo es un borracho oh oh oh"; del tercer partido, la Liga hace referencia a que, en el momento en que el portero local iba a realizar un saque de meta, unos 600 aficionados visitantes, ubicados en la Tribuna Áramo, entonaron de forma coral y coordinada el grito "Puta Oviedo, puta Capital". El pan nuestro de cada día.
En el caso de Parejo, que fue insultado al grito de borracho, no se recoge ningún gesto ni ninguna respuesta por parte del jugador, o sea que a Parejo le llamaron borracho y, aunque pueda parecer imposible, siguió jugando y no se dirigió a la afición del Atleti con ningún gesto obsceno o provocativo. En el caso del Carlos Tartiere, la Liga añade que, tras los insultos, dicho cántico recibió una sonora y generalizada pitada a modo de desaprobación, pero nada se dice del portero del Oviedo, Alfonso Herrero, y eso es así porque, como en el caso de Parejo, Herrero siguió jugando y obviando los insultos que le llegaron desde la grada. Porque, desafortunadamente, los insultos son habituales en los campos de fútbol desde tiempos inmemoriales: se insulta al jugador y el jugador sigue jugando.
En poquísimas ocasiones ha sucedido que los aficionados insulten a un jugador y éste devuelva el insulto, poquísimas, pero lo que no sucede nunca es que un jugador insulte a la grada y la grada responda al jugador con más insultos, que es lo que recoge, insisto, el escrito de denuncia de la Liga dirigido al Comité de Competición y la Comisión Antiviolencia: "En el minuto 82, y como acción reactiva al modo de celebración del gol del FC Barcelona en el minuto 81, por parte del jugador del equipo visitante, Gerard Piqué, unos 450 aficionados locales entonaron de manera coral y coordinada los gritos de "Piqué... patatín, patatán"... lo de "patatín patatán" es de mi cosecha. Así que lo que diferencia lo que sucede habitualmente (ya digo que para nuestra desgracia) en muchos campos de España y lo que ocurrió en Cornellá, es que, mientras que lo habitual es que se insulte al jugador y éste siga jugando como si nada, en el Español-Barça sucedió que el jugador insultó a la grada... y ésta respondió a los insultos del jugador... con más insultos.
Esto, que es como lo de "Arriba" y "Abajo" o "Cerca" y "Lejos" de Barrio Sésamo, conviene recordarlo porque, para justificar los cuernos de Piqué, ha habido quien ha retrocedido en el tiempo para recordar que a Piqué, a su mujer y a sus hijos les insultan en un campo de fútbol... como pasa con cientos de futbolistas a diario; eso es algo que sucede muchos domingos del año, y es por supuesto reprobable, lo que no sucede nunca es que sea el futbolista quien provoque los insultos que, hasta que marcó el gol, ese día en concreto no se habían producido. En este caso, el orden de los factores sí altera el producto. Gerard Piqué quiso tomarse la justicia vengativa por su mano, que puso en forma de cuerno, sin pensar en que aquella vendetta paleta suya podría haber provocado un incidente mayúsculo en el campo: un soberano irresponsable.
Me parece bien que del "caso Piqué" la Liga extraiga al menos una conclusión positiva: a partir de ahora simulaciones claras o celebraciones ofensivas serán siempre trasladadas al Comité de Competición. No me parece bien, sin embargo, que en pleno siglo XXI, habiendo podido ver repetida varias veces la celebración de Piqué, que pone claramente los cuernos a la afición del Español que se encuentra ubicada en el Gol Cornellá, ese gesto desaparezca como por arte de magia del escrito de denuncia, que, por cierto, ha llegado también tarde y no ha podido ser valorado por el Comité. Piqué puso los cuernos, señores de la Liga; es ese gesto, y no tanto el de llevarse el índice a los labios pidiendo silencio, el que resulta realmente ofensivo para la afición españolista, y no recogerlo en la denuncia es un insulto a la inteligencia de quienes hemos podido verlo repetido por activa y por pasiva. Porque unos cuernos, señor Tebas, son unos cuernos aquí y en La Chingada, San Gabriel, Méjico, a dos horas de Guadalajara, la de "Me he de comer esa tuna".