Dos partidos lleva Cristiano (los de los cuatro y tres goles ante Sevilla y Getafe respectivamente) dándole las gracias a todos sus compañeros e insistiendo una y mil veces en lo importantísimo que es el equipo para que un goleador como él pueda salirse del mapa y superar así los registros del gran Puskas, que alcanzó la media centena allá por la temporada 1959-60, y quien sabe si hacerlo también con los Pichichi de Zarra y Hugo Sánchez. Tengo para mí que, con esta actitud, el portugués intenta que no le llamen acaparador, egoísta, prepotente, chulo, macarra, sinvergüenza o cosas peores como mal hijo o mal padre, pero no sé si lo conseguirá porque ya saben ustedes que, parafraseando al comentarista de La Ventana Juan José Millás, para la gauche divine Cristiano debe ser a Messi lo que Lucifer a Dios y probablemente jamás se le perdone al portugués que le haga esta faena al Santo Niño de Moronacocha, que estaba tan "ilu" con la Bota de Oro.
Roberto Gómez ya dejó caer el pasado lunes en Futboleros que habrá quien pretenda comparar los éxitos individuales de Cristiano con una Liga o una Champions. No creo que eso pase por la cabeza de nadie, entre otras cosas porque aquí estamos bastante mejor de la azotea que allá; lo único que en el caso de Ronaldo podrán refrendar el Pichichi y la Bota de Oro, si es que finalmente los logra, es algo que por otro lado no necesitaba confirmación y ya sabíamos todos: que es uno de los dos o tres mejores jugadores del mundo. Ya ha habido en la ciudad condal (el "allá" al que me refería antes) algún periobarcelonista que, con tal de desacreditar al 9 portugués, ha dicho que los goles de Messi valen títulos, obviando, probablemente por desconocimiento o escozor en las partes pudendas, que uno de los goles de Cristiano valió el único título importante que se ha disputado hasta la fecha.
Afortunadamente el niño de Cristiano es lo suficientemente pequeño aún para que nadie pueda preinscribirle en un colegio de Lugano y extender luego el rumor por las redes sociales. A Ronaldo, como a Mourinho, también le llevan buscando las cosquillas desde un minuto antes de que pusiera los pies en el aeropuerto de Barajas, y éste, como sucede con su actual entrenador, ha sabido responder a los insultos y los rumores inventados con trabajo y, en su caso, también con goles, muchos goles, muchísimos goles, una barbaridad de goles. Por supuesto que Cristiano se queda en España mal que le pese a más de uno y a más de dos. Naturalmente que cumplirá íntegro su contrato con el Real Madrid. Es, sin duda alguna, el jugador franquicia del club blanco, de ahí que lleven persiguiéndole desde que debutó. Afortunadamente tiene callo moral y unos tobillos a prueba de bombas porque cualquier otro en su lugar habría salido corriendo. Pero él, como Mou, sigue.