Esto es de risa. ¿Así que David Beckham, un medio actor cuyo único objetivo es tratar de convencer a Sam Raimi para que le de un papelito en Spiderman IV, se va a convertir ahora en la obsesión del entrenador del mejor equipo del mundo, campeón de la Supercopa de Europa, finalista de la Copa de la UEFA, líder del ranking mundial de clubes y medio finalista de la Copa del Rey? La única pérdida de tiempo aquí es tratar de convencer a Juande Ramos de algo que a él no le interesa y de lo que, obviamente, no piensa retractarse ni tampoco quiere convencerse. Esa es la auténtica pérdida de tiempo.
Ya sé que no sería políticamente correcto que el entrenador del Sevilla dijese lo que realmente piensa (o sea, que lo que hizo el otro día Beckham no puede calificarse jamás como una pérdida de tiempo) porque se lo comerían vivo, pero tampoco entiendo que, justo ahora, precisamente cuando el Real Madrid le echa el aliento en el cogote a su equipo después de haberse tirado más de media temporada yendo detrás suyo, diga tan alegremente que existe una doble vara de medir y que la justicia deportiva en España es un cachondeo.
Lo que está tratando de hacer Juande, además de faltar profundamente al respeto a otros profesionales del fútbol como él, es armar ruido. También se armó mucho en el último Betis-Sevilla de Copa. Tanto ruido armaron entre unos y otros que al final un loco le dio un botellazo desde la grada. Al día siguiente, después de pasar por el hospital, Juande me pareció un hombre sensato. Hoy, al hablar de algo que sabe que no es cierto, Juande me parece un entrenador de fútbol profundamente mediocre. No será así, desde luego, como vaya a ficharle Abramovic. No será así como dé el salto al fútbol inglés.
La lectura, como dije ayer, no puede ser más positiva para el madridismo. Un Real herido, un Madrid medio hundido, un Real Madrid con mil y un problemas, aterra a equipos que se encuentran en la mejor temporada de su centenaria historia. A fuer de ser sinceros, echaba de menos el "¡Así, así, así gana el Madrid!" Ya no está Alfonso Cabeza. Ni tenemos tampoco a Joan Gaspart. Jaime Ortí se jubiló y Caparrós ya tiene bastantes problemas en el Deportivo como para preocuparse del Madrid. Pero, a cambio, siempre nos quedará Juan de la Cruz Ramos y su opinión, interesada por supuesto, acerca de la justicia deportiva española: buena cuando me da, mala cuando me quita. E intentar convencerle de lo contrario sí que constituye una auténtica pérdida de tiempo.