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El penúltimo raulista vivo

Un tornado en Valencia

El científico estadounidense Edward Lorenz, autor de la conocidísima teoría del caos, se preguntaba lo siguiente en la presentación de su estudio respecto a los pronósticos meteorológicos: "¿Puede el aleteo de una mariposa en Brasil provocar un tornado en Tejas?"... Si Lorenz, muerto recientemente en su residencia de Cambridge, hubiera tenido ocasión de conocer en 1972 al actual Ronald Koeman, no habría dudado ni un instante: sí puede, por supuesto que puede, naturalmente que puede. Santi Cañizares, que se va, lo explicó todo muy bien anoche en El Tirachinas, pero los efectos devastadores del sinsentido que supuso fijarse en este hombre para ocupar el banquillo en una etapa de bonanza del club (cuarto y a cuatro puntos del primero) convierten en impredecible cualquier pronóstico que podamos hacer a propósito del futuro inmediato de un club tan grande como el Valencia.

Se han roto tantas cosas en estos últimos cinco meses que no es de extrañar que un futbolista como Villa quiera salir pitando ante la perspectiva poco halagüeña de un proyecto deportivo que se viene abajo. Naturalmente que no puede achacársele a Koeman la exclusividad de la demolición y que el anterior presidente, que continúa siendo el máximo accionista, tuvo mucho que ver, pero el holandés le dio la puntilla al Valencia ganador, ejerció de matarife lobotomizando al vestuario después de extirpar a los jugadores potencialmente más peligrosos: o sea, a aquellos que tenían más carácter y podían liderar al resto. Goethe decía que el talento se educaba en la calma y el carácter en la tempestad; Cañizares nos confesó anoche que, en medio de la tempestad de despidos irracionales y que dejaban irremisiblemente tocado un proyecto exitoso, él alzó la voz y aquello sirvió para que le pusieran en la lista negra como hace el capataz con Emiliano Zapata al inicio de la magnífica película de Elia Kazan.

Por lo tanto no es de extrañar que Villa, probablemente el jugador franquicia del Valencia, quiera salir corriendo, ni tampoco que Juan Sánchez, el nuevo director deportivo, haya puesto en venta hasta al Tato, sin distinción de color, peso, altura o valor deportivo. El aleteo de Koeman en Amsterdam, que por su peso debería ser un quebrantahuesos más que una mariposa, provocará, si nadie lo remedia, un tornado en Valencia. Albelda, Angulo y Cañizares se irán, no sin antes resultar probablemente decisivos en el mantenimiento del equipo en Primera División, dejarán escapar a Villa o Silva y aterrizarán en Manises nuevas medianías. La reconstrucción se me antoja difícil salvo que se tire de gente que quiera al club y, sobre todo, que posea un fuerte carácter. Estaba pensando en Cañizares precisamente. Si yo fuera Agustín Morera le ofrecería algo, lo que fuera, en el organigrama del club. Al menos Cañete aletearía en la dirección correcta.

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