A eso me refería ayer con lo de la hormiga: diez minutos más y Raúl habría acabado bailándole un chotis a David Navarro, tres años más joven que él y diez centímetros más alto. Jugador por jugador, el Schalke 04 es muy inferior al Valencia pero sin embargo tiene arriba al "7 de Europa" (así rezaba una de las pancartas de Mestalla) y eso imprime carácter. Raúl González Blanco, un "enemigo venido a menos" según el reconocido panfleto Superdeporte, se trabajó él solito el partido, marcó un gol que puede darle sorprendentemente a su equipo el pase para los cuartos de final de la Champions y participó en casi todas las jugadas de peligro del conjunto alemán. A los insultos y provocaciones volvió a responder con educación y buenas maneras: vino, vio y volvió a triunfar... una vez más.
Desde la grada de Mestalla se oyeron cánticos de "¡Raúl muérete, Raúl muérete!"... No hay que darle mayor importancia. Los futbolistas tienen que escuchar absolutamente de todo porque a los estadios va gente (la mayoría) a ver buen fútbol y a animar a su equipo, pero también va gente que, refugiada en la masa, proyecta contra otros sus miserias y frustraciones diarias: es de psiquiatra. Si además añadimos que Raúl no es demasiado apreciado por aquellos lares porque siempre le ha puesto las cosas muy difíciles al Valencia, ahí tenemos la solución. Me resisto a creer que quienes desearon la muerte de Raúl supieran siquiera qué estaban gritando en realidad. Y, por lo demás, tengo la sensación de que incluso metido en una caja de pino se habría acabado zafando el madridista (sí, sí, he dicho bien: el madridista) del marcaje del pobre Navarro.
Así que el hombre al que jubiló Luis Aragonés según Superdeporte está a puntito de eliminar al Valencia. Esos tíos tienen que ser unos gafes de mucho cuidado porque Raúl ha ido a convertirse en el máximo goleador histórico de la Champions, superando a un tal Gerd Müller, precisamente en Mestalla. Dentro de dos semanas, en Gelsenkirchen, se convertirá en el futbolista con mayor número de partidos disputados en la Copa de Europa, superando a un tal Paolo Maldini; y a lo mejor incluso suena la flauta y resulta que el Schalke se clasifica para cuartos. En definitiva: a punto de cumplir 34 años, zarandeado, vilipendiado, humillado y ofendido, aunque también muy querido y admirado, el señor González Blanco continúa siendo un ejemplo de superación personal, profesionalidad y fair play tanto en el campo como en la vida. Enhorabuena.