Amedeo Carboni parece tener preparado en su maletín un problema para cada solución, le pasa como a su colega del Real Madrid, el gran Pedja. Justo cuando al Valencia le marchan mejor las cosas, recuperado al fin de aquella auténtica plaga de lesiones cuya consecuencia más directa fue una evidente depresión liguera, aparece en el diario Superdeporte una entrevista con el presidente Juan Soler en la que éste admite abiertamente que el director deportivo del club ha contactado con otros entrenadores. ¡Chúpate esa mandarina! Y esa entrevista la concede el dueño del equipo precisamente cuando acaban de alcanzar al Real Madrid en la Liga, situándose terceros en la clasificación, y tras regresar del complicadísimo estadio de San Siro con un valioso empate a dos goles ante el Inter de Milán. ¿Por qué?
Desechada de inmediato la teoría de que el máximo accionista del Valencia Sociedad Anónima Deportiva pretenda desestabilizar a su propia empresa, sólo caben un par de respuestas a esa pregunta: hipnosis o inquina personal. Dicen que la zarina Alejandra cayó bajo la sugestión de Grigori Yefímovich Rasputin, conocido popularmente como el monje loco, desde el mismo día en que, nadie sabe bien ni cómo ni por qué, el místico ruso pareció aliviar la hemofilia que padecía Alexis Nikolaiévich, su único hijo. De Rasputin contaban quienes le conocieron que poseía unos ojos tan penetrantes que podía hipnotizar a la gente con sólo mirarla. ¿Habrá hipnotizado Carboni a Soler como dicen que hizo Rasputin con la zarina?
Si tampoco se trata de la hipnosis sólo nos queda la inquina entre dos personas, Amedeo Carboni y Quique Sánchez Flores. O, para ser exacto y puesto que yo nunca he oído a Quique arremeter contra Carboni, de lo que se trata en realidad es de la inquina que el director deportivo del Valencia le tiene al actual entrenador del equipo. Hoy Quique, lógicamente sorprendido como todos, ha dicho que le gustaría que todo estuviera igual de previsto en el club y que él tiene una coraza de tal nivel que ya le rebota todo. Pero la cosa tiene mala pinta porque si Soler, que no es tonto pero que de fútbol sabe sólo lo justito, hace esas declaraciones justamente ahora es porque Carboni ya le ha ganado la batalla a Quique en los despachos. Y porque como Quique no consiga un título, y eso está muy difícil, Amedeo le estará esperando con la guillotina a la vuelta de cualquier esquina. Se repite, como ven, la misma historia que protagonizaran en su día Manuel Llorente y Rafa Benítez. De aquellos odios africanos continúa tratando de recuperarse el Valencia. Parecía que estaba saliendo despacito del túnel, pero en Mestalla tienen dispuesto un problema para cada solución.