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El penúltimo raulista vivo

Un problema de cabeza

Que levante la mano quien haya dudado alguna vez de la calidad futbolística de Guti. ¿Nadie?... A mí eso de la edad siempre me ha parecido una soberana idiotez. Pongamos por caso a Roberto Carlos, próximo a cumplir los 37 años; pues yo creo que Roberto podría ser perfectamente el lateral izquierdo titular de este Real Madrid. El problema de Guti no es la edad, aunque ya no sea un chavalín, ni tampoco su calidad futbolística; el problema de Guti es la cabeza. Y con esto no quiero decir en absoluto que esté mal de la "azotea": un tipo que se enfrenta solo a Aranzubía y que en vez de disparar, que es lo que habría hecho en su situación el 99 por ciento de los futbolistas del mundo, tiene el tiempo necesario para pensarlo todo, calcular, mirar por la escotilla a Benzema y pegarle un taconazo para que remate a puerta vacía, es todo lo contrario que un loco peligroso.

Guti, y ya se ha dicho mil quinientas veces, es un futbolista tan genial como irregular, un jugador ciclotímico que te soluciona un partido con una jugada como la del sábado o te lo estropea con una entrada por detrás sin balón o una discusión sin sentido. A Cristiano le queda todo el tiempo del mundo para aprender a tirar a tiempo de su cincha mental, pero a Guti no, Guti galopa libre y salvaje por esos campos de España; el problema es que a los entrenadores de fútbol (y a los seleccionadores, que cuentan con lo mejor de cada casa, con mayor motivo aún) no les gustan los jugadores libres y salvajes sino los que, pudiendo darles una calidad similar, siguen sus instrucciones al pie de la letra. Quien haya descubierto ahora a Guti por un taconazo es que ha estado perdido por el espacio los últimos quince años. Guti siempre ha sido muy bueno técnicamente, lo único que ha pasado es que todos y cada uno de sus entrenadores han colocado la genialidad sobre uno de los platillos de la balanza y el carácter indomable e incontenible sobre el otro, y al final han elegido "susto" en vez de "muerte".

También es cierto que a Guti le ha tocado jugar en el club de fútbol más escrutado del planeta. Como a Ronaldo. El sábado me preguntaba qué habría sucedido si Guti hubiera realizado una entrada parecida (por detrás y sin el balón en juego) a la que Messi le hizo a Diego Castro en El Molinón. Y el domingo volví a preguntarme qué habría pasado si Cristiano hubiera protagonizado una jugada similar a la de Palop con Villa. Alguien desde Sevilla pidió para el golazo de Negredo el mismo eco mediático que tuvo en los "medios de Madrid" el que marcó Benzema. O sea, lo bueno. Pero a renglón seguido olvidó pedir para la agresión de Palop idéntico tratamiento a la que tuvo la de Ronaldo. O sea, lo malo. Ya nadie se acordará mañana por la mañana de la jugada del portero sevillista, pero dentro de un año, y dentro de dos y dentro de tres buscarán a Cristiano para recordarle lo que hizo con Mtiliga. Es sin duda el peso de la púrpura madridista.

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