Imagino que el Tottenham es plenamente consciente de que tiene un problema con Luka Modric. Villas Boas, que hasta conocer el interés del Real Madrid por su nuevo jugador no contaba demasiado con él, amenaza al cuarto de hora del partido con las siete plagas de Daniel Levy y, a puntito de llegar al descanso, el club inglés se muestra colaboracionista y le pide a Florentino Pérez que dé un paso al frente por el futbolista. La multa al chaval la dábamos todos por descontada porque lo que ha hecho (negarse a trabajar para la empresa que le paga) es gravísimo, pero la naturaleza de este trabajo es tan peculiar y los obreros que lo desarrollan son tan cualificados que Levy probablemente sepa que el club no puede tirarse eternamente multando a un futbolista que no quiere jugar más para él, de ahí el afán negociador que le ha entrado de repente.
Levy, que prometió a los aficionados que no dejaría salir a ninguna de sus estrellas, tiene unos problemas mientras que el Real Madrid tiene otros; en esa dirección cabe encuadrar sin duda la reunión que hoy han mantenido en el estadio Santiago Bernabéu José Mourinho y Kaká. El entrenador ha venido a decirle al jugador que si piensa que su papel en la temporada 2011-2012 ha sido irrelevante y no ha contado demasiado para él se espere hasta que arranque la próxima para darse cuenta realmente de lo que significa jugar poco al fútbol. Mou ha esperado a ver si el futbolista daba un paso o mostraba inquietud por su futuro inmediato y, en vista de que no ha sido así, ha forzado la reunión en la que ha puesto las cartas boca arriba. Es una lástima pero este chico se ha convertido en un lastre.
En la estrategia madridista para forzar a Kaká a buscarse la vida se encuentra el as en la manga del Mundial de 2014. Si hay algo importante para un brasileño es sin lugar a dudas jugar con su selección; cuando Kaká ha tenido que elegir entre Brasil o el Real Madrid lo ha hecho sin miramientos por la primera. Si hay algo importante para un brasileño es sin lugar a dudas jugar un Mundial con su selección. Si un futbolista brasileño puede tener un sueño en su vida es jugar un Mundial con su selección... y hacerlo además en Brasil. El Mundial de 2014 está a la vuelta de la esquina y Kaká, que tiene 30 años, sabe que ese podría ser el brillante colofón a una magnífica carrera deportiva pero que únicamente puede ponerle la guinda al pastel si juega habitualmente con su equipo: hoy Mourinho, que tiene contrato hasta 2016, le ha dicho a Kaká, que tiene contrato hasta 2015, que su papel en el Real Madrid va a ser el de millonario galán de noche de la ropa deportiva de Özil. ¿Lo encajará?...