Coinciden en el tiempo las (elogiosas, claro) declaraciones de Huub Stevens sobre Raúl y la iniciativa de la UEFA, que premiará este 11-N en Wembley a los cuatro futbolistas (Zubizarreta, Casillas, Xavi y el propio Raúl) que han jugado más de cien partidos con la selección nacional española. El actual entrenador del Schalke, que no fue por supuesto el que le trajo ni tampoco el que recomendó su fichaje por el equipo alemán, dice que "Raúl merece un trato especial", y es ese precisamente el comportamiento que yo he echado de menos por parte de la federación española de fútbol que continúa presidiendo Angel María Villar. A Raúl, que en su día se convirtió en el jugador de campo que más partidos había disputado con España y en su máximo goleador, se le ha faltado gravemente al respeto en varias ocasiones, yo diría que demasiadas, pero lo que no pueden impedir ni los satélites de Luis Aragonés ni nadie es que el madridista siga ahí, fijo, inalterable en la historia de nuestro fútbol.
El homenaje de la UEFA no reparará, por supuesto, el feo histórico de la FEF. Bien al contrario, lo ampliará, lo agigantará, pondrá negro sobre blanco el tremendo error cometido y el ridículo supino que se llevó a cabo con quien es, por justicia y porque él se lo ganó sobradamente sobre el campo, uno de los dos o tres jugadores más importantes de la historia de España. Ahí sigue Raúl, marcando goles para su equipo a pesar de los malos augurios, ganándose a pulso el respeto de sus compañeros y de la Bundesliga aunque muchos advirtieran que Alemania sería su tumba, llevando la contraria a quienes vaticinaron con empecinamiento y desconocimiento que a Raúl le hicieron bueno otros futbolistas mejores que él, dando ejemplo.
Nadie logrará quitarme de la cabeza que la actitud de Villar con respecto a Raúl tuvo mucho que ver con lo que en aquel momento era políticamente correcto y lo que no. Por primera vez en muchísimo tiempo, tanto que no lo recuerdan ni los más viejos del lugar, nos iban bien las cosas, tanto como para olvidar a aquellos que se dejaron la piel cuando nos iban mal o regular. Si yo fuera Raúl, la UEFA se metería la gorrita negra allá donde la espalda pierde su casto nombre, pero yo no soy un caballero y resulta que el eterno 7 del Real Madrid y de España sí lo es. Este chico no se merece un trato especial porque sí o porque lo diga Stevens sino porque se lo ha labrado con partidos y partidos de fútbol, años y años de ejemplo. De la comparación que ahora, de repente, algunos tratan de buscar entre Raúl e Higuaín sólo diré una cosa: Gonzalo no merece que se burlen de él.