Ivan Rakitic dijo el otro día que pasarle el balón a Raúl era como confiarle su dinero a un banco suizo. Lo que el croata quería decir con esa frase tan shanklyliana, si se me permite la expresión, es que Raúl era tan seguro como un teniente general jugando al mus, un cheque en blanco al portador. Recuerdo que, nada más aterrizar en España, le dije a Roberto Carlos que él iba a triunfar en el Real Madrid porque personificaba todos los valores que habían encandilado históricamente a la afición merengue. Acerté de pleno, aunque aquello se veía venir, pero al final, tras años de triunfos, el extranjero más rentable desde Di Stéfano, aquel cohete que reventaba el balón, salió del estadio Santiago Bernabéu como suelen hacerlo siempre las estrellas del Barcelona, por la puerta de atrás.
Acaba de llegar al Schalke y Raúl ya es el ídolo de la afición y, como en el caso de Rakitic, provoca entusiasmadas loas entre sus nuevos compañeros de equipo. Uno antiguo, Metzelder, que ya coincidió con él vestido de blanco, dice que el 7 es un ejemplo a seguir. Me surge entonces una pregunta: ¿tendrá derecho de recompra el Madrid?... Ya digo que conmigo ese chaval, sí, sí, el español que acaba de llegar a Gelsenkirchen, este Credit Suisse en pantalones cortos, jugaría hasta cojo, ustedes ya me entienden... Y no sé por qué me da en la nariz que con Felix Magath, que de esto sabe un rato largo, también lo hará. En la Bundesliga sabrán valorar el tipo de jugador que es Raúl, allí no serán tan cicateros con él como lo han sido al final en la Liga española.
También ha querido dar su opinión Pep Guardiola. Desde la acera deportiva de enfrente, el técnico azulgrana no ha tenido mayores reparos en reconocer que se acaba de ir el más grande del fútbol español. El más grande. A mí, que coincido de lleno con la opinión de Guardiola, ya me estarían llamando loco o talibán por decir algo semejante. Ya dije que con Raúl nos faltaba la perspectiva que nos regalaría el paso del tiempo. Es inevitable recordar con cierta melancolía las jugadas del 7, y será curioso verle triunfar allí porque eso nos llevará a hacernos otra pregunta: ¿y no podría haberse retirado en condiciones aquí?... El decidió en parte, sólo en parte, pero fueron otros quienes le arrinconaron poco a poco, lentamente, día a día, negándole el pan y la sal hasta el último minuto.