Únicamente había que verle la cara a Karanka, que es esencialmente un buen tipo, el día que algunos periodistas decidieron abandonar la sala de prensa ante la actitud silente de Mourinho para darse cuenta de que aquello no iba a quedar así. Al pobre Aitor no le llegaba la camisa al cuello, no sabía dónde meterse y estaba pidiendo un auxilio que llegó a los pocos días: "Yo sólo hablo con el director". Ayer, sin embargo, vi mejor al segundo entrenador del Real Madrid, más fresco y más curtido. Ya le dije en su día que la experiencia le vendría fenomenal y que aprendería un montón del que más sabe, y además cobrando. Karanka será en el futuro un buen primer entrenador gracias a Mourinho, y me parece de una debilidad mental alarmante acusarle de marioneta del portugués cuando él se está limitando a seguir unas directrices de comunicación como hacen Guardiola o Xavi cuando se ponen delante de los periodistas.
Se malinterpretó lo que dijo Karanka. No creo que quisiera decir que el partido de esta noche no importaba sino más bien que la vuelta quedó definitivamente marcada por lo sucedido en la ida. El Real Madrid ya lo tendría complicadísimo para remontar un 0-2 sin Ramos ni Pepe y con Mourinho en la grada, pero es que aquel resultado se produjo por una decisión arbitral errónea y "contaminada" por la presión de los culés; una vez que Guardiola y los suyos obtuvieron lo que querían, retrocedieron de nuevo a su estatus pacificador y buenista. Afortunadamente allí estaba Sandro Rosell para enredarlo todo; ya le di en su momento las gracias al presidente azulgrana, pero no me duelen prendas en volver a hacerlo: gracias, Sandro, mil gracias por abrirle definitivamente los ojos a Florentino Pérez.
El domingo me confirmaron que efectivamente el presidente del Real Madrid puso a caer de un burro al representante de la UEFA. "Jamás le habíamos visto así", reconocen sus más allegados. Ahora que Florentino sabe con quién se la juega y va comprobando por qué Mourinho dice lo que dice, también de UNICEF, ha llegado la hora de potenciar tanto los puestos clave de los despachos como los del terreno de juego. El club blanco debe recomponer muchas cosas, pero al menos la política de comunicación está cambiando afortunadamente y todos reman en la misma dirección. El adversario es temible también en ese campo, un auténtico campeón del mundo de la demagogia, de ahí justamente que creyera que acabarían sancionando a Marcelo por los insultos de Busquets. No hay mal que por bien no venga: a Florentino se le ha caído la venda de los ojos y ya sabe lo que hay que hacer. A ponerlo en práctica.