Tal y como preveía, y ahí está El Tirachinas del pasado viernes que puede dar fe de ello, Angel Villar, que de tonto sólo tiene la t de fútbol que perdió por el camino, no da puntada sin hilo y, a pesar de que la ciencia médica no esté aún en condiciones de perpetuarle ahí otros dos siglos y medio como él mismo sugirió en la Asamblea, está dispuesto si hace falta a mover Roma de sitio para continuar aferrado a la presidencia el mayor tiempo posible. El guiño que le hizo hace cuatro días a Jordi Roche, presidente de la federación catalana, consintiendo de repente, después de tanto litigio, el partido amistoso contra Argentina del próximo 24 de mayo en el Camp Nou, no era un gesto de coquetería y concluyó con el destape normativo protagonizado el lunes por el propio Villar, dejando a Mateo Alemany, a quien justamente prestaba su apoyo crucial el citado Roche, en un fuera de juego tan claro que sería capaz de verlo incluso el mismísimo Rodríguez Santiago, por mucho que el vallisoletano esté fondón y el otro día no pasase el exámen físico.
Así que lo único bueno que en realidad tenía Villar, que era precisamente su negativa frontal a permitir la utilización del deporte por parte del independentismo catalán, se esfumó de repente debido a las consabidas exigencias de un guión que llevaba escrito mucho tiempo, pudiendo verle hasta las entrañas al jefe del fútbol español sin necesidad de someterle a radiografía alguna. El viernes cedió ante Roche y el lunes se sacó de la manga una nueva normativa que inhabilita a Alemany como su futuro opositor: ¿tutti contenti? Villar quiere cumplir las leyes pero no las normativas que las desarrollan, que es tanto como decir que él quiere pagar impuestos pero no los que le corresponden a él según sus propios ingresos sino los de una renta más baja. Pero, salvo que yo me haya perdido algo en estas últimas veinticuatro horas, que todo puede ser, en España todavía mandan los españoles y no la federación de fútbol, la UEFA o la FIFA. Villar llegó a decir ayer que no entendía cómo la gente del fútbol apoyaba al Gobierno y no a él.
Después de permanecer 19 años en el cargo, Villar ha decidido enarbolar la bandera pirata. Posiblemente la ley no sea buena, pero ese es otro debate. Si, como quedó meridianamente claro en la Asamblea, el presidente de la federación no está dispuesto a convocar elecciones antes del 31 de marzo tal y como le obliga la ley aprobada en el Congreso de los Diputados, al Gobierno que salga elegido de las urnas el próximo domingo no le quedará otra que inhabilitarle y en ese caso, salvo que todo haya sido una grandiosa tomadura de pelo, Joseph Blatter cumplirá su amenaza dejando fuera de la Eurocopa a nuestra selección nacional. No es cuestión de elegir entre Villar y Lissavetzky porque si uno es malo el otro es peor; la cuestión de fondo es el cumplimiento de la ley española en España. Creo recordar que los locales de la federación continúan estando en Las Rozas, y me parece que Las Rozas sigue perteneciendo a la Comunidad de Madrid. Y, salvo que José Luis Carod y el cronometrador suizo, un pelota en cinco idiomas, digan lo contrario, la Comunidad de Madrid sigue formando parte del territorio nacional español. Si tienen que sentarse a hablar que lo hagan, pero que no mareen más la perdiz. Total, Villar quiere seguir ahí otros doscientos cincuenta años más...