Recapitulemos: después de la sorprendente dimisión de Zinedine Zidane y tras haber tanteado a varios entrenadores, entre los que se encontraba por supuesto el elegido, el Real Madrid llega a un acuerdo con Julen Lopetegui para que sea su entrenador durante las próximas tres temporadas. Puesto que Lopetegui es el seleccionador nacional de España, y en vista de que Julen quiere ser honesto con la federación, teme que su fichaje se acabe filtrando y eso pueda afectar a los futbolistas, es Lopetegui quien le pide al Real Madrid que haga público el acuerdo y él mismo se apresta a informar al presidente de la federación, Luis Rubiales, quien, ante la perplejidad mundial, decide destituir a Julen por algo que, antes que él, hicieron Van Gaal, Conte y, aquí, en España, Kubala o Aragonés. Ahora sabemos que el vicepresidente de la federación y presidente de la territorial catalana, Andreu Subies, presionó, aconsejó o sugirió que no era admisible que el próximo entrenador del Real Madrid fuera también el seleccionador de España durante el Mundial.
Destituido, ante la extrañeza planetaria, Lopetegui, a la Federación le surge el problema de buscarle un sustituto, alguien que acepte inmolarse en la pira que la federación catalana le ha preparado a Lopetegui, un hombre bueno que corra el riesgo de quedar en ridículo. Ese hombre bueno es Fernando Hierro, 89 veces internacional con España y varias veces campeón de Europa con el Real Madrid. A la opción de Hierro, y por mucho que lo niegue la federación, se suma antes otra opción más kafkiana aún, y consiste en hacerle una oferta a un entrenador que tiene contrato con un club, que es, aunque al revés, lo que tanto molestó a Rubiales y que provocó la destitución de Lopetegui. El elegido es Rafa Benítez, técnico del Newcastle; lo sabemos porque el propio Rafa se lo confesó a The Sun: "Quizás hubo una oportunidad, pero estoy aquí y estoy feliz". Insisto en que el presidente de la federación ha negado que hiciera una oferta a nadie y que Luis Enrique fue desde el primer momento el elegido, así que en este asunto, como en tantos otros desde hace dos meses, alguien miente: o Benítez, que no sé que interés tendría en inventarse de repente una oferta para ser seleccionador, o Rubiales. O a lo mejor no mintió ninguno y la oferta la hizo Subies, quién sabe.
También se filtra otro asunto aún más espinoso y es que, según parece, Benítez y Hierro no habrían sido los únicos candidatos a heredar el marrón. Y digo que este asunto sería aún más espinoso porque, en un tour de force sensacional, en un triple salto mortal con tirabuzón y doble pirueta, la federación ofrece, al parecer, el puesto de seleccionador nacional futuro... ¡a un seleccionador nacional presente en Rusia!... Pero en vista de que la selección a la que me refiero, que es la de Bélgica, llega muy lejos en el Mundial, la federación opta por no esperar, aparca la opción Benítez, se queda con la opción Hierro y España... se pega el gran batacazo. Como Hierro es un tío que se viste por los pies, nadie le tiene que decir que se vaya y él se va.
Y como Albert Celades es otro tío que se viste por los pies y se siente ninguneado, nadie tiene que decirle que se vaya y él se va. Albert estaba dirigiendo la selección sub 21 con tanta brillantez como Julen la absoluta y él pensaba que lo justo era que él fuera seleccionador en lugar del seleccionador, que era lo que decía el visir Iznogud del cómic de Goscinny y Tabary: "¡Quiero ser califa en lugar del califa!"... Pues Celades quería ser seleccionador en lugar del seleccionador, y probablemente habría sido lo más justo teniendo en cuenta los precedentes históricos. Así que tenemos tres cadáveres y medio a los postres de Rubiales: el destituido Lopetegui, el quemado Hierro, el ninguneado Celades y el tentado Benítez, a quien ahora desmienten. Y es así, de este modo tan tranquilo, tan pacífico, tan espiritual, tan zen, como se llega al día de hoy, la presentación del nuevo seleccionador nacional, Luis Enrique Martínez, un entrenador de consenso... negativo.
No hay dudas al respecto del antimadridismo de Luis Enrique. Él dice que no es "anti nada", pero ya puede bailar el corri-corri con las manos atadas a la espalda que todos sabemos quién es y qué ha dicho Luis Enrique. Tampoco hay dudas sobre la españolidad del nuevo seleccionador, sólo faltaría que hoy se hubiera puesto delante de los periodistas para decir que él odia a España. Pero sí hay dudas, yo al menos sigo albergándolas, sobre la actitud de Luis Enrique durante el golpe independentista que se ha perpetrado, y se sigue perpetrando, en Cataluña. Mateo 20, 1-16: "Muchos de los primeros serán los últimos, y muchos de los últimos serán los primeros". Hoy mi compañero Guillermo Domínguez ha sido el último en el cielo del turno de preguntas que, vaya usted a saber con qué criterio, si alfabético, de color de ojos o de gustos musicales, ha concedido Pablo García Cuervo, pero el primero en los telediarios puesto que la respuesta de Luis Enrique a la pregunta del periodista de Libertad Digital y esRadio acerca de su postura durante la crisis catalana ha sido rebotada por todos los medios. Conciliador sí. ¿Me lo creo?... No.