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El penúltimo raulista vivo

Tocata y fuga de J.G.

Me dice un amigo del Atleti, henchido de lógico orgullo por la clasificación de su equipo para la final de la Europa League, que están hartos, que ya no aguantan más la dictadura mediática del Real Madrid y del Barcelona, que ya está bien, que no se habla más que de esos dos equipos y que el mundo está al revés; y yo le respondo que sí, que tiene razón y que efectivamente el mundo tiene la cabeza en los pies y los pies sobre los hombros, pero no por lo que él dice sino por lo que digo yo; y lo que digo yo es que un grupo de científicos españoles anunció el miércoles que habían conseguido identificar la molécula responsable de propagar por todo el organismo el virus del sida y dicha información, que en mi opinión debería haber abierto los informativos, fue justo detrás de la noticia de la captura por parte de la Guardia Civil de un mono llamado Messi que llevaba varios días paseándose por la Llosa de Ranes, en la provincia de Valencia. Y no es broma.

Lo mismo pasará (ya está pasando) con la noticia de la tocata y fuga de J.G. del Barcelona, una cuenta atrás de la que nos tienen pendientes Rosell y el propio Guardiola desde hace al menos tres meses. Si, tal y como parecen aventurar todos los indicios, el técnico culé acaba yéndose de su club de toda la vida, ya sea por agotamiento, ya sea por cuestiones estrictamente personales, ya sea en previsión de que el equipo empiece a perder y el gran rival comience a ganar, ya sea por desavenencias con la directiva, ya sea porque su relación con algunos jugadores no es buena, ya sea por todos y cada uno de esos motivos y alguno más que ahora mismo no me viene a la cabeza, ahora sí que podrá hablarse con todas las de la ley de un final de ciclo. No le arriendo la ganancia al sustituto de Guardiola, obligado a ganarlo todo y jugando muy bien al fútbol además. Acabará abrasado por las llamas del entorno en cuanto se produzca una derrota y, con él, irá también de cabeza Rosell a las calderas de Pedro Botero.

No hay más que echarle una rápida ojeada al Guardiola de hace cuatro años y al de ahora para llegar a la conclusión de que le ha caído encima un carro de años, diez o quince de golpe. El agotamiento físico puede ser, claro, una explicación a la decisión que presumiblemente va a adoptar. Sin Guardiola en el banquillo empieza de veras la etapa de Rosell al frente del club. El presidente del Barcelona ha acertado cuando se ha limitado a gestionar en silencio el proyecto ideado por su antecesor en el cargo y archienemigo personal; en cuanto Rosell ha hablado o ha tratado de tomar alguna iniciativa, simplemente lo ha fastidiado todo. El fin de ciclo no lo marca, pues, el que el Barça perdiera el otro día con el Real Madrid en el Camp Nou o que el Chelsea le eliminara de la Champions sino la marcha del entrenador que ha hecho posible que el club azulgrana ganara trece títulos de dieciséis. Será interesante saber qué hace con los mismos jugadores otro entrenador diferente, y más interesante aún saber qué hará Guardiola, cuando vuelva a entrenar si es que al final decide tomarse un respiro, con otros futbolistas y en un equipo totalmente distinto. Y, cierto o no, resultará inevitable que alguien piense que su marcha se produce en el preciso momento en que al Real Madrid le va mejor y peor al Barcelona.

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