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El penúltimo raulista vivo

Títere Piqué

Titella, eso es lo que el tuitero Gerard Piqué llamó al periodista Marçal Lorente, buen amigo personal desde hace muchísimos años y colaborador de El Primer Palo, en respuesta a otro tuit en el que decía lo siguiente: "Hace muchos años que conozco el entorno del Barça y la idiosincrasia del socio culé y afortunadamente cada vez es menos manipulable y más inteligente y sabe identificar perfectamente quién quiere llegar al Barça para utilizarlo por sus intereses mediáticos, políticos y económicos". Titella, respondió Piqué, o sea títere. Un títere, según el futbolista, se supone que en manos de José María Bartomeu. Porque para Gerard Piqué todos somos títeres en manos de otros... salvo por supuesto él. En el palco del Bernabéu, sin ir más lejos, se movían ni más ni menos que los hilos del país. Todos, y no sólo Marçal, desde políticos hasta empresarios pasando, por supuesto, por jueces, bailaban y bailan según Piqué al son que tocaba, y supongo que sigue tocando, Florentino Pérez, que es la mano que mece todas las cunas.

Me viene a la memoria una vieja película de Frank Capra de los años 30, El secreto de vivir, en la que al protagonista, que se llama Longfellow Deeds y al que da vida Gary Cooper, que vive en una aldea muy pequeñita en la que se conoce todo el mundo y al que le gusta tocar la tuba, le tocan de repente 20 millones de euros de un tío lejano; a Longfellow, que es un hombre sencillo, empiezan a surgirle de repente problemas de debajo de las piedras no siendo el menor de ellos los otros candidatos a heredar. Estos familiares repentinos tratan de demostrar que el heredero está loco y, a tal efecto, citan en el juicio a dos ancianitas vecinas del pueblo: "¿Conocen ustedes a este hombre?", pregunta el abogado, a los que las ancianitas responden "claro que sí, desde que era un niño"; "¿Y dirían ustedes que está en su sano juicio?", y ellas dicen "por supuesto que no, no está en sus cabales, está loco". "No hay más preguntas, señoría". Y entonces Gary Cooper le pregunta al juez si puede interrogar a sus vecinas: "claro, por supuesto, adelante". Y Cooper las pregunta por otro vecino, y por otra vecina, y por otro más, y la respuesta de las ancianitas es siempre la misma: Todos están locos... menos por supuesto ellas, que están cuerdísimas.

Más allá del fondo de la cuestión, en el que ahora entraré pero que no es otro que el de pegarle al periodista una patada en el culo de Bartomeu, Piqué también es, según yo lo veo, un títere. Gerard Piqué es, por ejemplo, un títere en manos del golpismo. Los hilos de Piqué fueron movidos en su día por quienes hoy están en prisión por haber convocado unas elecciones declaradas ilegales por el Tribunal Constitucional. No creo que Piqué duerma demasiado bien desde aquellas fechas porque, a sabiendas de que aquel proceso era infructuoso y, sobre todo, se saltaba a la comba el Estado de derecho, convocó a los pobres incautos que, esperanzados por la ficción de una Cataluña independiente, fueron a depositar sus falsas papeletas en unas urnas aún más falsas con las terribles consecuencias que aún hoy seguimos arrastrando. Desde su posición de privilegio, el títere Piqué engrasó un proceso más falso que el beso de Judas, empleando para una causa ilegal a hombres y mujeres ingenuos que creyeron de verdad lo dicho por el emblemático defensa central azulgrana.

El otro día, y en referencia a la respuesta de Messi al pobre Abidal, dije que su contestación multiplicó por mil un mensaje que, de otro modo, habría tenido un recorrido muy reducido. Messi no pensó en el Barcelona, Messi pensó en sí mismo; contestanto a Marçal Lorente, llamándole títere de la junta directiva, lo que está haciendo Gerard Piqué es oficializar la ruptura de relaciones entre una plantilla que, a su vez, es títere en manos de Messi... o del propio Piqué. Por lo que yo sé de la reunión que ayer mantuvieron el presidente del Barcelona y los jugadores, Piqué no tuvo el valor necesario para decirle a la cara a Bartomeu lo que sí le dijo a Marçal, y no mirándole a los ojos sino a través de una red social. Si Messi hubiera pensado en el Barcelona y no en Messi, el otro día se habría callado; si Piqué hubiera pensado en el Barcelona y no en Piqué, jamás habría llamado títere a un periodista, jamás.

Puede que Bartomeu no sea el presidente más competente de la historia culé y es posible que no haya sido sincero con sus jugadores; es probable que el apellido Bartomeu no sea recordado precisamente como el de un presidente diligente, pero esta plantilla del Fútbol Club Barcelona tiene menos personalidad que un protozoo. Como Messi, Piqué también se atreve con el débil y se esconde cuando por la puerta asoma el poderoso, y eso aunque el poderoso sea tan poco poderoso como José María Bartomeu, títere a su vez de los jugadores cuyos hilos, y estos nada invisibles, mueve su propio interés, su propio beneficio, su comisión y su tanto por ciento. Todo esto quedará solucionado, por supuesto, en cuanto Gerard sea presidente, que es lo que lleva buscando desde hace un lustro. La oposición no es Font, Bartomeu, la oposición juega al lado de Samuel Umtiti. Tenga usted cuidado con ese títere, a saber quién y por qué mueve sus hilos.

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