Es otra cultura, eso está claro. Viendo al público de Anfield puesto en pie y despidiendo con una atronadora ovación a Cristiano, Kroos y Marcelo después de un 0-3 me vinieron instintivamente a la mente las esperpénticas y bochornosas imágenes de la cabeza de cochinillo del Camp Nou, las botellas de JB, los mecheros... Estoy convencido de que el estadio Santiago Bernabéu, que es la auténtica y genuina Catedral del fútbol mundial, devolverá favor por favor y, cuando al Liverpool le toque jugar aquí en la vuelta, pasará lo mismo con los futbolistas de Rodgers, No será en absoluto necesario que la Liga de Fútbol Profesional le explique al madridismo cómo tiene que comportarse con un club caballeroso como el Liverpool y el homenaje surgirá del corazón. A Messi, que le lanzó un balonazo a un aficionado merengue, que le homenajeen en su casa, señor Tebas, si a usted no le parece mal.
Victoria de prestigio, sin duda. Porque aunque es cierto que el Liverpool no atraviesa en estos precisos momentos por la mejor racha deportiva de su historia, no es lo mismo ganarle al Ludogorets que a un equipo que tiene cinco Copas de Europa en sus vitrinas. Anoche el Madrid jugó los mejores 45 minutos de la temporada, tocando cuando era necesario y jugando en largo y saliendo a la contra cuando la ocasión lo requería. Grande Marcelo, magnífico James, Cristiano en su línea, goleador Benzema... En la segunda parte, y con la vista puesta en el partido del sábado contra el Barça, el Real Madrid levantó el pie del acelerador, de lo contrario el Liverpool probablemente se habría llevado un saco.
Mención especial merece Isco. El malagueño está experimentando en su juego un cambio tan espectacular como el de Marcelo en la primera temporada de José Mourinho. James, que es un crack, se dio rápidamente cuenta de que en este Real Madrid la titularidad no le iba a llegar sólo con su calidad, que es tremenda, sino que iba a tener que correr y defender como el que más. A Isco le ha costado pero, lejos de echarse a llorar cuando empezaron a arreciar contra él los insultos, aceptó el reto y decidió mejorar. Porque, siendo como es un auténtico superclase, Isco todavía tenía capacidad de mejora en su juego, tal y como pudo comprobarse ayer. La noticia de la consagración de Isco en uno de los templos del fútbol no es en modo alguno mala para Bale, que conmigo jugaría siempre incluso cojo, sino buenísima para el Real Madrid. Y el bendito problema es ahora para Ancelotti, que es el responsable de haberle dado la vuelta como a un calcetín a un futbolista que ya salió genial de fábrica.