Seguro que habrá quien diga que el enésimo desplante de Luis Aragonés (la víctima fue, en este caso, una conocidísima marca de ropa deportiva) es otro capítulo glorioso más perteneciente a eso que algunos han dado en llamar, con demasiado bombo para mi gusto, la "personalidad del seleccionador". Podría haber demostrado su personalidad cumpliendo su palabra y abandonando el cargo tras el Mundial de Alemania, pero ahí prefirió seguir. También podría haber sacado a relucir su fortísima personalidad para explicarnos a todos por qué no lleva al mejor Raúl, pero en ese caso optó por el camino más fácil (para él) y decidió que fueran sus "satélites" quienes dejaran caer por aquí, por allá y por acullá, supongo que con absoluta complacencia por su parte, la información, parcial en cualquier caso puesto que sólo ha intoxicado una de las dos partes, de que el capitán del Real Madrid se había rebelado y que eso no podía consentirlo de ninguna manera un hombre con tantísima personalidad.
Esto de la personalidad es realmente curioso. Imaginemos por un momento que el señor Alain Brouhard, presidente de Adidas, que era la conocidísima marca de ropa deportiva a la que me estaba refiriendo antes, fuera también un hombre de una personalidad arrolladora (a esos puestos no se llega siendo un "mingafría", desde luego), hubiera contemplado por casualidad la escenita protagonizada por el seleccionador español de fútbol y, enfurruñado, tomara en ese preciso instante la decisión de no vincular jamás su marca, que supongo que querrá que transmita mucha felicidad y alegría a todo el mundo, con el equipo español. ¿Cómo se le quedaría el cuerpo a Ángel Villar? Supongamos que Raúl, poseedor al igual que Aragonés y Brouhard de un carácter indómito y temible, decidiera ofrecer una rueda de prensa para contar su versión de los hechos acaecidos durante el Mundial justo una semana antes de empezar la Eurocopa. ¿Cómo se le quedaría el cuerpo al presidente de la Federación?
Lo único que quiero decir con todo lo anteriormente expuesto es que Villar, que no debe tener la personalidad de Luis, Brouhard y Raúl puesto que sigue ofreciendo la callada por respuesta, debería aplicarse en la tarea de atar corto a su entrenador. De todos es sabido que le quedan dos telediarios en el puesto, pero, dependiendo de quien los presente, dos telediarios pueden resultar livianos o ciertamente insoportables. Yo creo que el objetivo del seleccionador consiste en seguir engordando su fama de Shrek futbolístico, cuando todos, o casi todos, tenemos muy claro a estas alturas de la película que el suyo es un carácter intermitente: con aquel sí se enciende, con aquel otro no, con aquel sí, con aquel no... Imagino que, después de haber quedado mal con Adidas y tras haber plantado al pobre Nacho Aranda y a todos los que asistían al acto, ganaremos la próxima Eurocopa. Como el pasado Mundial. Y es que ese entrenamiento no podía esperar ni siquiera un cuarto de hora... ¡Había tantas cosas que preparar!