Gracias a Dios que el Real Madrid está en las expertas manos del habilidosísimo José Mourinho. Estoy seguro de que cualquier otro en su lugar se dejaría llevar por la euforia y consentiría de paso que los suyos se vieran plácidamente arrastrados por esta racha positiva, pero éste no, éste no se fía, y hace bien. No se fía porque Mourinho es consciente, como lo soy también yo, de que el lobby culé y sus diferentes ramificaciones, algunas de ellas tan perversas casi como las de Spectra, espera atento a la vuelta de la esquina abrillantando los zapatos castigadores, engrasando el tenedor de los herejes, ajustando el taburete sumergible, imaginando nuevos métodos de tortura, salivando ante la golosa posibilidad de que el Manchester United apee al Real de la Champions...
Es cierto que el equipo blanco ha dejado sin duda tocado del ala al mejor Barcelona de la historia según todos y cada uno de los especialistas más avezados en la materia futbolística, que es una materia harto compleja y sobre la que uno no acaba nunca de profundizar lo suficiente; también lo es que Valdés, que es sin lugar a dudas junto a Xavi, que ayer no estuvo, uno de los termómetros de ese equipo, acabó el partido histérico; es cierto que al líder de la Liga se le acaba el fuelle, que Messi se apaga y que el fútbol desaparece; hay incluso quien, con 13 puntos entre uno y otro y 36 aún por disputarse, no quiere dar por perdida una Liga que fue asfixiada en la ducha con una bolsa de plástico allá por el mes de septiembre; es cierto, aunque para eso no era necesario esperar al 1-3 y al 2-1, que Mou le ha dado espectacularmente la vuelta a la tortilla; todo eso es cierto, sí, pero también es verdad que el partido de Old Trafford es importantísimo, y que se puede remontar si se mantiene la concentración durante 72 horas más.
Hace cuatro días el Real Madrid se adentraba (en absoluta soledad como siempre) en un intrincado laberinto repleto de trampas por doquier. El martes pasó con sobresaliente la primera y ayer superó con un notable alto la segunda, que era en realidad la "María" pero que tenía su aquel debido al rival en cuestión y a la posibilidad cercana de ahondar en su herida, que a lo que se ve es más profunda de lo que pensábamos en un principio. Ahora queda doctorarse en un campo histórico y ante un equipo que si a algo juega no es precisamente al tedioso, aburrido y ñoño "tiqui-taca". A la vuelta del partido contra el United el objetivo de Spectra seguirá siendo invariablemente el mismo: descabalgar al entrenador que en dos años y nueve meses ha conseguido una Liga, una Copa y una Supercopa, y todas ante el mejor Barcelona de la historia, ha llevado a su equipo a otra final copera, aún por disputarse, y a dos semifinales de Champions, y aún puede acabar la temporada con un total de tres títulos en su haber. Blofeld a lo suyo y Mourinho a lo del Real Madrid.