Dejando a un lado el hecho de que si yo fuera Lionel Messi presentaría en el Juzgado una demanda por injurias contra L'Equipe por compararme con un auténtico criminal, nada está claro en esta historia del Expediente de Regulación Temporal de Empleo del Barça. Y cuando digo nada es nada. Porque, si yo no lo entendí mal, hace diez días que la directiva propuso a los jugadores una rebaja del setenta por ciento de sus sueldos y así, de entrada, lo primero que dijeron los futbolistas fue que nones. Y supongo que si los futbolistas del Barça dijeron que no a una rebaja del setenta por ciento de sus sueldos no fue porque quisieran rebajárselos un ochenta por ciento o porque, como más tarde se ha sabido por el propio Messi, quisieran completar la rebaja con un plus para ayudar a los empleados del club; imagino que si dijeron que no es porque una rebaja del setenta por ciento les pareció demasiado.
Lo que, hasta que apareció el comunicado de Messi, hemos estado discutiendo sobre el ERTE culé durante los últimos diez días es que los futbolistas se negaban a aceptar rebajarse el sueldo, y lo que se filtró fue la tremenda indignación del vestuario por esa forma de afrontar las negociaciones. Puede que fuera mentira, puede que los jugadores dijeran que sí desde el primer momento como asegura Messi, pero entonces nosotros hemos estado hablando de la nada, de algo irreal e inexistente. Por otro lado, y si dijeron que sí, ¿para qué filtrar que dijeron que no? El problema de fondo, el auténtico solomillo del asunto, es que en el vestuario dan por amortizado a Bartomeu y, por acción o por omisión, lo que están haciendo los jugadores es aprovechar cualquier circunstancia para echar otra paletada más de tierra en la tumba deportiva del actual presidente azulgrana, que es muy torpe, sí, de acuerdo, que es muy Gaspart, vale, pero que sigue siendo en teoría la cabeza visible del club. Y yo creo que si Messi, con el apoyo externo de Xavi o de Puyol, están empujando para echar a Bartomeu es por la sencilla razón de que apuestan por otro proyecto, uno nuevo, uno que no tenga nada que ver con nadie de la actual junta directiva, uno que no sea continuista.
Si, al final, los empleados del Barcelona tienen que ir a un ERTE será en gran parte debido a una política económica suicida y poco ortodoxa, una que permitió renovar hasta en nueve ocasiones diferentes el contrato de un futbolista que cobra más de 8 millones de euros al mes y que desde hace menos de un año puede agarrarse a una cláusula según la cual puede irse cuando quiera y sin abonar un solo euro. Ese, y que me perdonen los colegas de L'Equipe, no es precisamente el perfil de un revolucionario comunista. La presidencia de Bartomeu se ha regido siempre por el absoluto y total sometimiento a los jugadores, y de modo muy especial a Messi, de forma que el máximo responsable del club no puede sorprenderse ahora de las filtraciones de las negociaciones porque antes de que Lionel filtrara el sí hubo alguien que filtraría el no, ¿no?...
Sí es verdad que Bartomeu no es un especialista en la comunicación. Comunica mal y torpemente, de un modo que solivianta al personal y le sitúa enfrente. En líneas generales, los Messi, Suárez, Piqué y compañía recelan de su presidente, y no porque ofreciera hasta seis versiones distintas del fichaje de Neymar, no, sino porque piensan que utiliza a determinados periodistas contra ellos. Y eso es lo que ha pasado con el ERTE, que los jugadores creen que el no inicial se filtró de un modo interesado al objeto de hacer pasar a los futbolistas por unos insolidarios que se negaban a apretarse el cinturón en unos momentos de crisis económica mundial, que es probablemente lo que sean en el fondo. Por eso saltó Messi, que no tiene ninguna intención de salvar al club sino que, como ya sucediera la última vez cuando las declaraciones del ínclito Abidal, lo que pretende es salvarse a sí mismo.
De modo que nada es verdad ni es mentira sino que todo depende exclusivamente del color del cristal con que se miran las cosas. José María Bartomeu lo ha hecho razonablemente mal y, paradójicamente, al final su rendibú ante Messi no le ha servido para nada. Y Messi, que ya placó a Faus, Gratacós y al propio Abidal, está harto de extras y lo que quiere es ir a por el premio gordo de la lotería, que es el presidente. Dudo mucho que si el club no hubiera pedido a los futbolistas que se apretaran el cinturón éstos lo habrían hecho de motu proprio. El club se lo pidió, ellos se negaron, su negativa se filtró, la filtración les colocó en una situación incómoda ante sus propios aficionados y, puestos en esta tesitura, sacaron a Messi para golpear a Bartomeu con la certeza de que el presidente no iba a responder. Bueno, algo ha dicho al respecto: que no le gusta que se haya filtrado el acuerdo. No le gustó que se filtrase el acuerdo pero no puso reparos a que se filtrara la primera negativa, ¿verdad?... Como dice Federico Jiménez Losantos, un ERTE no, un ERE y... ¡a fichar!