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El penúltimo raulista vivo

Sin palabras

A lo largo de sus 107 años de historia, el Real Madrid ha tenido muchas más noches gloriosas que negras porque, de lo contrario, no habría sido elegido como el mejor club de fútbol del siglo XX. Sucede que la gloria es el artículo número uno del documento fundacional madridista mientras que una debacle como la de anoche en Santo Domingo da varias veces la vuelta al mundo en cuestión de media hora. Por si no se había dado cuenta ya, supongo que Manuel Pellegrini sabrá a estas alturas que entrenar al Real Madrid no tiene nada que ver con nada que haya conocido hasta la fecha, ni con River Plate, ni tampoco con San Lorenzo de Almagro, ni, por supuesto, con el Palestino de Chile. Si River, que probablemente es el club de fútbol más prestigioso de toda Sudamérica, hubiera perdido ayer por 4-0 ante un Segunda B argentino, hoy todavía ni nos habríamos enterado. Por el contrario, la derrota madridista en Alcorcón era portada de L'Equipe y A Bola a las doce y media del miércoles.

El artículo de hoy se titula Sin palabras, porque no hay palabras en el diccionario que recojan con exactitud lo que pudieron sentir anoche los madridistas viendo el ridículo de su equipo, aunque también podría haberse titulado perfectamente Sin título puesto que, durante el descanso del partido (increíble, sí: "descanso"), seguro que periodistas mucho más sesudos e inteligentes que yo ya le estaban buscando uno a su crónica y no resulta nada fácil ser original. Pero, aunque no haya palabras que definan lo sucedido en Alcorcón, yo, que me dedico a buscarlas y a ordenarlas con algún sentido, tendré que esforzarme un poco para justificar mi sueldo. Lo que se vio en Santo Domingo no fue muy diferente a lo que pudo presenciarse ante Tenerife, Valladolid, Sporting o Xerez en Liga o contra el Milan en Champions. Es más de lo mismo. Con una diferencia de matiz: lo de anoche no fue culpa de Pellegrini. Una cosa es que el Madrid juegue sin bandas y vaya por el campo como un coche de bomberos en busca del fuego equivocado, y otra bien distinta es que Albiol, Arbeloa, Raúl, Guti, Diarrá o Benzemá, futbolistas de élite con muchos partidos importantes a sus espaldas, no sepan reaccionar ante una situación de clara emergencia como la del martes.

Para todo hay una primera vez en la vida y ayer fue la primera vez de Pellegrini. Por primera vez le noté seriamente tocado, despistado fuera de la burbuja en la que él mismo se había prefabricado un microclima a medida, como ese preso a quien acaban de sacar de una celda de aislamiento y, tras permanecer en la oscuridad más absoluta, se queda cegado por los rayos de la luz del sol, un entrenador consciente de su soledad y de su inmensa debilidad. Por primera vez reconoció que el equipo iba a peor y por primera vez dijo que no sabía por qué sucedía eso. Por primera vez le preguntaron por su destitución y por primera vez él dijo que no se iría ni hoy ni mañana. En definitiva, Manuel Pellegrini perdió anoche su virginidad. Pero insisto otra vez: el ridículo ante el Alcorcón no fue culpa suya sino de los futbolistas que estaban sobre el campo y que se vieron superados por un equipo modesto y con ganas de victoria.

¿Qué pensará hoy Florentino?... Eduardo Inda dice que le notó "serenamente cabreadísimo" tras el partido, lo que es tanto como presumir de una "mala salud de hierro" o decirle a una señora que está "un poquito embarazada". Era imprevisible que el "cabreo sereno" de Florentino, parafraseando al director de Marca, llegara a estas alturas de la temporada. Puede que mientras esté escribiendo esto ya le estén buscando sustituto al ingeniero. Incluso es probable que empezaran a buscárselo antes de que se produjera la sangrante debacle de la Copa. Si Florentino obligó a Drenthe a pasear su culpa por tierra, mar y aire después de una durísima entrada a un rival porque pensaba que aquello podía dañar seriamente la imagen del club, ahora tendría que hacer exactamente lo mismo con todos y cada uno de los catorce jugadores que se pasearon por Alcorcón portando circunstancialmente la camiseta, pantalón y medias blancas que componen desde hace más de un siglo la primera equipación del Real Madrid Club de Fútbol. Me juego una mano a que si les preguntáramos acerca de las prestaciones del Q7 se las sabrían de carrerilla. ¿Y la historia del Madrid? ¿Se saben la historia del Madrid? ¿Se saben la historia del club que les paga?... A lo mejor convendría empezar por ahí.

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